viernes, 26 de noviembre de 2010

EVANGELIZAR EN LA ERA DIGITAL

Todos necesitan el Evangelio. El Evangelio está destinado a todos. Con esta conciencia la Iglesia nunca ha interrumpido la evangelización de la cultura donde está inserta. Por ello mismo en todas las etapas de la historia ha buscado nuevos caminos para llevar el Evangelio a todos.
La era tecnológica con sus sistemas específicos de comunicación la desafían una vez más a hacer accesible su mensaje con los nuevos lenguajes de los Medios de la Comunicación Social
¿Debe hacer uso la Iglesia de los nuevos medios de comunicación en su tarea de anunciar el Evangelio? No cabe duda de la respuesta positiva a esta pregunta. Respuesta que tiene carácter de urgencia y necesidad, de grandes posibilidades y de don de la Divina Providencia que nos da la riqueza de dones que efectivizan la misión y, desde donde se llega a números insospechados de hombres y mujeres sedientos de un mensaje de vida que de razón y sentido al caminar por el mundo, y proyecten la misma vida hacia una realidad que trascienda lo efímero y pasajero del andar cotidiano hacia lo estable y duradero de la fe.
Existe en la Iglesia de América Latina una cierta percepción de la importancia de la comunicación social, pero no siempre somos capaces de advertir cómo afecta esa realidad a todas las relaciones humanas y a la misma pastoral.
A pesar de ello, podríamos enumerar pequeños-grandes esfuerzos de emplear los modernos medios de la era digital propiciando un acercamiento de diálogo y contacto a los hombres y mujeres de este tiempo.
¿Lo realizado hasta ahora responde plenamente a las exigencias del momento?
La carente formación, creatividad y recursos son algunos de los factores que han hecho insuficientes muchos de los esfuerzos en esta materia. Tenemos un largo camino que andar, rescatando la experiencia del pasado, capitalizando los esfuerzos del presente, reflexionando y comprometiendo nuestros talentos en esta misión, mandado de Cristo de “ir por todo el mundo anunciando el Evangelio” (cf. Mc 16, 15-18)
Semanas atrás los medios masivos de comunicación de Argentina se hicieron eco de la experiencia con jóvenes llevada adelante por un sacerdote de una diócesis del país.
“Misas bolicheras”. “Cura Flogger”. “El cura cheto que usa zapatillas y jean”, fueron algunos de los títulos que mostraron una Iglesia renovada, que busca acercar a los jóvenes a Dios desde su misma realidad juvenil. La utilización de nuevas tecnologías y los sistemas de comunicación forman parte de la propuesta de la Parroquia de Avellaneda, en la Provincia de Santa Fe de la República Argentina.
Las nuevas redes sociales, utilizadas como herramientas de la nueva evangelización, han hecho que los jóvenes hagan experiencia la fe desde su cotidianidad y reciban, desde su mismo lenguaje, el mensaje siempre nuevo del Señor.
Lo más valioso del trabajo del Padre Sebastián con los jóvenes en Argentina es la comunión de un proyecto pastoral parroquial a favor de los jóvenes del sector. Él mismo ha dicho ser sólo la cara visible de esta “movida joven” que ofrece un espacio distinto a los “pibes”, comunicando el Evangelio “con un envase distinto, con un nuevo modo de comunicación”. Luces, humo, efectos sonoros y láser forman parte de la propuesta a la hora de celebrar la Eucaristía, de la que los jóvenes se sienten parte y se juegan por participar y colaborar.
La transmisión de valores es uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona. Aunque los valores se inculcan ante todo en el núcleo familiar, los jóvenes los aprenden en el ambiente donde emplean su tiempo. Son los medios de comunicación los que con más fuerza impactan sobre su persona y no siempre dan lecciones de buenas costumbres, olvidando que los jóvenes necesitan principios fundamentales de honestidad, veracidad y rectitud de conciencia, en orden al perfeccionamiento de su vida.
Por ello, la búsqueda de nuevos métodos en la nueva evangelización es fidelidad al llamado de tener en cuenta el fenómeno de la comunicación y sus implicancias que llevan a adaptar las respuestas pastorales a esta nueva realidad, integrando la comunicación a la Pastoral de Conjunto.
Hoy encontramos en los medios digitales de la tecnología comunicacional recursos más aptos para representar la relación con Dios e incluso nos ayudan a una mayor y más adecuada participación en los mismos actos litúrgicos. Es impensado hoy establecer cualquier tipo de comunicación pastoral sin tener en cuenta los sistemas y recursos del lenguaje audiovisual propio del hombre de hoy.
“Dado que la exclusión digital es evidente, las parroquias, comunidades, centros culturales e instituciones educacionales católicas podrían ser estimuladoras de la creación de puntos de red y salas digitales para promover la inclusión, desarrollando nuevas iniciativas y aprovechando, con una mirada positiva, aquellas que ya existen. En América Latina y El Caribe existen revistas, periódicos, sitios, portales y servicios on line que llevan contenidos informativos y formativos, además de orientaciones religiosas y sociales diversas, tales como “sacerdote”, “orientador espiritual”, “orientador vocacional”, “profesor”, “médico”, entre otros. Hay innumerables escuelas e instituciones católicas que ofrecen cursos a distancia de teología y cultura bíblica” (DA 499)
Las tecnologías emergentes hicieron que el sistema de comunicación a través de la web sea hoy el más utilizado por todos los mortales: mails, chats, mensajes, correo de voz, telefonía IP, foros, etcétera. A través de una simple máquina, sentados en nuestros hogares, nos comunicamos a cualquier parte del mundo sin pagar un costo extra. Es por ello, que con razón podemos decir que fue Internet el fenómeno que logró los avances más significativos en la comunicación.
Esos mismos medios, maravillosos inventos de la técnica, son los mismos que usados de modo arbitrario da lugar a la manipulación de mensajes de acuerdo con intereses sectoriales, se han convertido muchas veces en vehículo de propaganda del materialismo reinante y consumista y crean en nuestro pueblo falsas expectativas, necesidades ficticias, graves frustraciones y un afán competitivo malsano. Es otra razón por la que, con un uso profesional y modélico, debemos hacer oír en ellos un mensaje de vida, de esperanza, de consuelo para el dolor y fuerza para la lucha, de reclamo de injusticias y liberación, de fraternidad y comunión.
Para la Iglesia, el nuevo mundo del espacio cibernético es una exhortación a la gran aventura de la utilización de su potencial para proclamar el mensaje evangélico, -nos dice el Documento de Aparecida-, a la vez que señala que la Iglesia se acerca a estos nuevos medios con realismo y confianza, afirmando que Internet puede ofrecer magníficas oportunidades de evangelización, si es usada con competencia y una clara conciencia de sus fortalezas y debilidades. (cf. DA 272).
Ha escrito el Papa Benedicto XVI: “El fácil acceso a teléfonos móviles y computadoras, unido a la dimensión global y a la presencia capilar de Internet, han multiplicado los medios para enviar instantáneamente palabras e imágenes a grandes distancias y hasta los lugares más remotos del mundo. Esta posibilidad era impensable para las precedentes generaciones. Los jóvenes especialmente se han dado cuenta del enorme potencial de los nuevos medios para facilitar la conexión, la comunicación y la comprensión entre las personas y las comunidades, y los utilizan para estar en contacto con sus amigos, para encontrar nuevas amistades, para crear comunidades y redes, para buscar información y noticias, para compartir sus ideas y opiniones. De esta nueva cultura de comunicación se derivan muchos beneficios: las familias pueden permanecer en contacto aunque sus miembros estén muy lejos unos de otros; los estudiantes e investigadores tienen acceso más fácil e inmediato a documentos, fuentes y descubrimientos científicos, y pueden así trabajar en equipo desde diversos lugares; además, la naturaleza interactiva de los nuevos medios facilita formas más dinámicas de aprendizaje y de comunicación que contribuyen al progreso social” (Mensaje JMCS-‘09)
Aunque la inmediatez del medio nos enfrente al “éxito” contable de miembros, adeptos y resultados, no podemos olvidar que éste no es el método del Reino de Dios. Evangelizar será siempre actuar de nuevo valientemente, con la humildad del granito de mostaza, dejando que Dios decida cuándo y cómo crecerá (cf. Mc 4, 26-29).
San Pablo, al final de su vida, tuvo la impresión de que había llevado el Evangelio hasta los confines de la tierra, pero los cristianos eran pequeñas comunidades dispersas por el mundo, insignificantes según los criterios seculares. En realidad fueron la levadura que penetra en la masa y llevaron en su interior el futuro del mundo (cf. Mt 13, 33).
El Papa nos ha urgido a sentirnos comprometidos a sembrar en la cultura de este nuevo ambiente comunicativo e informativo los valores sobre los que se apoya nuestra vida. En los primeros tiempos de la Iglesia, los Apóstoles y sus discípulos llevaron la Buena Noticia de Jesús al mundo grecorromano. Así como entonces la evangelización, para dar fruto, tuvo necesidad de una atenta comprensión de la cultura y de las costumbres de aquellos pueblos paganos, con el fin de tocar su mente y su corazón, así también ahora el anuncio de Cristo en el mundo de las nuevas tecnologías requiere conocer éstas en profundidad para usarlas después de manera adecuada. (Cfr. Mensaje JMCS ’09)
¿Cómo sostener la presencia misionera y evangelizadora en el mundo digital y que sea eficaz ese anuncio?
El misionero deberá ser siempre discípulo, un atento oyente de la Palabra. Vivir consciente de su precariedad y sus límites. Ser el primero en confrontar su vida con el mensaje del Evangelio y sentirse cuestionado por él e invitado a constante conversión. Su persona ha de estar siempre frente al Señor. Evangelizar es acercar a los hombres a Dios y a Dios a los hombres.
Es esa experiencia de encuentro y oración, de contemplación y vivencia espiritual, de enriquecimiento en el trato con el Maestro, la que impulsa a la misión, a compartir las buenas nuevas a otras personas.
Evengelii Nuntiandi nos recuerda que el primer medio de evangelización es el Testimonio de una vida auténticamente cristiana, señalando, por voz de Pablo VI, que “el hombre contemporáneo escucha con más gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si se escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio”(cf. EN 41).
Este anuncio, que es testimonio de la propia experiencia de fe, hará creíble lo que comunicamos. No bastan sólo las palabras. Aquí reside el secreto del éxito de la evangelización. Jesús se deja ver por nuestra palabra y nuestro testimonio.
Muchas veces pareciera que la tarea de evangelizar tiende a estar en manos de expertos, con grandes presupuestos y de recursos apropiados. Olvidamos allí que la evangelización es una tarea personal, en todo tiempo y lugar. Aquí vale la memoria de quienes cambiaron su propia historia y la historia de otros, sólo con comunicar el mensaje de salvación con los pocos recursos que tenían en el momento. Hoy, las nuevas tecnologías, ofrecen oportunidades inéditas, insospechadas y eficaces para la comunicación.
La tarea en la Parroquia de Avellaneda, con la presencia del Padre Sebastián en mundo juvenil, la creatividad al servicio de la evangelización, los recursos tecnológicos del mundo audiovisual, los nuevos métodos para dar a conocer el Evangelio, la alegría como primer anuncio, la cercanía de lo sagrado a lo profano, el entusiasmo por la misión, el testimonio de la vida consagrada, el amor entrañable por el pueblo, son clave en la tarea pastoral. Son la realidad de una esperanza activa, de la riqueza de la Iglesia que no se cansa ni se cansará de anunciar su experiencia de Dios hasta los confines del mundo. Es el dinamismo que la mantiene viva a través del mundo. Es que evangelizar es lo propio de su ser, y su protagonista es el mismo Señor, el que siempre llama y espera, busca y atrae, persuade y transforma.
La tecnología no se caracteriza por ser estática, sino todo lo contrario, está en constante movimiento dando lugar a nuevas invenciones que luego se tornan masivas. La dínamis del Espíritu que nos anima sintoniza con su lenguaje y nos estimula para que, vencido el miedo de la revolución tecnologíca, aprovechemos su potencial y la apliquemos creativamente en la evangelización. Así, seremos protagonistas, constructores y partícipes de una realidad que necesita ser iluminada y transformada por experiencias verdaderas de encuentro, fraternidad, comunión y diálogo, portadora de una realidad que la trasciende, de un anuncio que la hace plena y de una Vida llamada a dar más vida.
Internet, correo electrónico, páginas web, formatos de archivo, velocidad de conexión, servidor, webcam, interfaz, escáner, compresión, listas de distribución, proveedores de acceso, operadores booleanos, foros de discusión, chats, cibercomunidades, medios virtuales, hipertextos, portales son parte del nuevo mundo digital. Nuestro desafío no consiste sólo en adaptarnos a este cambio, sino a aventurarnos a hacer la comunicación que queremos, sin complejos ni fanatismos, porque hay una nueva oportunidad para los medios, para los comunicadores, para la pastoral y la Iglesia en su conjunto. Oportunidad que reconocemos como signo de la Provincia Divina y compromiso al que no podemos renunciar.