martes, 25 de septiembre de 2007

LOS FUTUROS SACERDOTES Y LOS MEDIOS DE COMUNICACION

RESUMEN Y COMENTARIO DE LAS Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la comunicación social

La Sagrada Congregación para la Educación Católica redactó el 19 de marzo de 1986 Orientaciones sobre la formación de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la comunicación Social, del cual señalaremos algunos puntos importantes y comentaremos aspectos de este valioso documento.
A 20 años de estas orientaciones, no siempre vemos en la práctica su aplicación, a pesar de la conciencia que vamos adquiriendo en la importancia que tienen los medios de comunicación en la cultura multimedial en la que vivimos, y ante la urgencia de anunciar el Evangelio con nuevos métodos y expresiones. Muchos sacerdotes, todavía hoy, carecen de esta formación propuesta por el Documento y muchos seminaristas en la actualidad se están formando al margen de este fenómeno que exige análisis, reflexión y seria preparación.
En algunos centros de formación, casas religiosas y/o seminarios, faltan experiencias específicas y educadores bien preparados. En otros casos se presenta en diversos lugares aún difícil, poco sistemática y discontinua. Se perciben a veces carencias organizativas y técnicas y atrasos que contrastan con la rápida evolución que se está realizando. Esto señala la introducción de las Orientaciones animando a que la preparación de los futuros sacerdotes en este campo sea más adecuada y responda siempre mejor a las graves tareas que les esperan.
Con este material, fruto de numerosas consultas con expertos en la materia y, en modo particular, con la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales, se abrigó la esperanza de facilitar en algún modo la responsabilidad educativa de los futuros sacerdotes en el área de la comunicación social.
El documento da algunas indicaciones generales para tres niveles formativos, dejando a los Obispos y Formadores la decisión de servirse de ellas según las circunstancias concretas y las necesidades locales.
El primer nivel, "de base", se refiere a la adecuada y específica formación de los receptores, es decir, a todos los lectores, espectadores y auditores de los medios de comunicación. Se propone para los alumnos de Seminario indistintamente en cuanto todos están incluidos entre los receptores. El segundo, "pastoral", se refiere a la futura actividad sacerdotal, sea para poder formar a su vez a los fieles al recto uso de los medios, sea para poder los mismos sacerdotes hacer un válido uso de ellos en el apostolado. Este nivel se propone, por tanto, a todos los futuros sacerdotes. El tercer nivel "de especialización", se refiere a "cuantos ya operan los mass media o que, mostrando especial inclinación, deben ser preparados más específicamente a su uso" (Communio et progressio, nn. 106 Y 111, ibid., n. 22), como asimismo a cuantos se encaminan a la enseñanza y formación sobre los mass media en los dos primeros niveles.
En estos dos primeros niveles se busca una formación integral de los futuros sacerdotes, abriéndolos a aquellos valores psico-sociológicos y ético-culturales que los mass media comprometen vastamente, pudiendo éstos ayudar tanto a su favorable crecimiento, como a su lamentable degradación; y haya interés también por la maduración cristiana de los receptores para que, con el uso responsable de los mass media, sepan después vivir toda su vida sacerdotal de modo enriquecedor y fecundo.
Se pide que la enseñanza teórica esté acompañada por una cierta experiencia práctica. De aquí la conveniencia de que los Seminarios e institutos de instrucción estén dotados de un adecuado instrumental práctico.
También se ve la necesidad de que la iniciación y la formación partan y se desarrollen en un contexto doctrinalmente cualificado y seguro, excluidas en los profesores toda superficialidad e improvisación (cfr. I Apéndice, n. 35). Para ello, se señala como necesario:
a)que los encargados de la iniciación y de la formación de primer grado o "de base", no sean simples practicantes o técnicos de algún mass medium; sino que, por muy especializados y competentes que sean en ellos, estén también provistos de un suficiente conocimiento del conjunto de los problemas culturales y técnicos, profanos y religiosos, preferiblemente adquirido frecuentando un curso de segundo nivel o "pastoral";
b) que especialmente los encargados de estos cursos de segundo nivel estén informados sobre cuanto los estudiosos más acreditados han investigado, formulado y publicado en torno a los mass media en los diversos ámbitos culturales. Pero, en el acto de participarlo a los alumnos, distingan bien lo cierto y demostrado de lo hipotético y opinable, lo definitivo de lo transitorio, lo circunscrito de lo general, los hechos de sus interpretaciones ideológicas: esto vale especialmente cuando se derivan normas de comportamiento moral o de praxis pastoral de teorías y propuestas particulares;
c)que todos se familiaricen, acojan confiadamente y propongan con objetividad el copioso Magisterio de la Iglesia sobre el tema; la selección del Magisterio que damos en Apéndice, ya ofrece suficiente materia de estudio y reflexión. Entre los principales documentos que un profesor católico de mass media debería tener constantemente presentes se cuentan: la encíclica de Pío XI sobre el cine Vigilanti cura (1936); los dos Discursos sobre el film ideal (1955) y la encíclica Miranda prorsus (1957) de Pío XII; la carta de la Secretaría de Estado a la Semaine Sociale de Nancy (1955); el decreto conciliar Inter mirifica (1963); la instrucción pastoral Communio et progressio (1971); los Cánones que en el nuevo Código de Derecho Canónico (1983) tratan de los instrumentos de la comunicación social, como asimismo los Mensajes que los Sumos Pontífices han enviado para las celebraciones de las Jornadas mundiales de los instrumentos de la comunicación social.
Esta propuesta de la Sagrada Congregación de Educación Católica está enmarcada e iluminada por una teología de la comunicación que parte considerando la comunicación humana como un don de Dios que comunica incesantemente sus dones a los hombres, objeto de su particular solicitud y amor. Por ello, el hombre, por exigencia de su naturaleza, desde los albores de su existencia ha comenzado a comunicar con sus semejantes sus propios bienes espirituales por medio de signos sensiblemente perceptibles. Luego, con el tiempo, ha inventado gradualmente medios y vehículos de comunicación siempre más aptos para superar los límites de espacio y de tiempo, hasta realizar, con el desarrollo, tecnológico siempre más rápido, una comunicación mundial e instantánea de toda la humanidad mediante los instrumentos de comunicación social.
Este desarrollo providencial de la comunicación no podía dejar de interesar a la Iglesia sobre todo en la transmisión de las verdades reveladas: comunicadas por Dios para ser comunicadas, por medio de la Iglesia, a todos los hombres. Esto fue fielmente ejecutado, tanto por los Apóstoles, que con la predicación oral, con los ejemplos y las instituciones, transmitieron lo que habían recibido de los labios, de la convivencia y de las obras de Cristo (...), como por aquellos apóstoles y hombres apostólicos, que (...) pusieron por escrito el anuncio de la salvación. Luego, para que el Evangelio se conservara siempre íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores a los Obispos "Transmitiendo a ellos su propio puesto de magisterio" (cfr. Inter Mirifica n. 1)
En tiempos más recientes la Iglesia ha considerado también los instrumentos de comunicación social como vehículos providenciales para realizar su misión de "predicar sobre los tejados" (Lc 12, 3), "a todos los pueblos" (Mc 16, 15), "hasta los extremos de la tierra" (Hechos 1, 8), la Palabra de salvación. Se ha interesado en ellos además para promover la formación y la tutela integral del hombre y del cristiano.
El Magisterio postconciliar ha indicado en la "comunión" la meta ideal de toda "comunicación": tanto interpersonal, como "de masa"; y ha puesto de relieve analogías y convergencias con dos ejemplares divinos de la perfecta comunicación-comunión. El primero está en Jesucristo, "Comunicador perfecto", en el cual el Verbo encarnado "se revistió de la semejanza de aquellos que después iban a recibir su mensaje, proclamándolo tanto con palabras como con su vida entera.
El influjo siempre más vasto y profundo que en estos últimos decenios están ejerciendo los instrumentos de la comunicación social en casi todos los aspectos, los sectores y las relaciones de la sociedad, creando en ella nuevos problemas, ha inducido al Magisterio a multiplicar las enseñanzas y normas, para tutela y provecho, no sólo de los fieles y de todo hombre de buena voluntad, sino también de cuantos en el mundo de hoy, están llamados a ejercer el sacerdocio ministerial. En conformidad con estas orientaciones oficiales de la Iglesia, también esta Congregación, desde 1970, disponía en la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis-después de haber proporcionado indicaciones generales sobre los problemas de los instrumentos de la comunicación social-que en los Seminarios fueran formados los futuros sacerdotes para el recto uso de los mismos, con la triple finalidad: "que puedan valerse por sí mismos y formar a los fieles en lo referente a estos medios, y utilizarlos eficazmente en el apostolado" (cf. n. 68, cfr. Apéndice I, n. 18) y el año siguiente, la Instrucción Pastoral Communio et progressio recalcaba este programa, anotando: "Para que no estén completamente alejados de las realidades de la vida y asuman sin preparación la tarea apostólica, los futuros sacerdotes y los religiosos y religiosas, durante su formación en Seminarios y Colegios, han de estudiar la influencia de estos medios de comunicación sobre la sociedad humana y aprender su uso técnico. Esta preparación es parte de su formación integral" (n. 111, cfr. ibid., n. 22).
La indicación de la Ratio fundamentalis debía ser, por tanto, considerada por las competentes Conferencias Episcopales en el momento de preparar la Ratio para las respectivas naciones, para ser luego especificada y explicitada en los programas de estudio y en los reglamentos de cada Seminario. Tratándose de una disposición relativa a un sector educativo del todo nuevo, su actuación concreta no podía estar libre de dificultades. Por esta razón, esta Congregación realizó, una encuesta en todos los Seminarios, Mayores y Menores, para averiguar si la iniciación y la formación en este campo era de hecho advertida y actuada y en qué forma. De las respuestas recibidas resultó que en la mayor parte de los centros de formación eclesiástica el problema era advertido; sin embargo, o por errónea individuación del objeto y del ámbito específico de dicha iniciación y formación, o por falta de distinción entre sus finalidades y niveles, faltaban aún casi completamente programas definidos y orgánicos; además, a menudo faltaban personas preparadas para afrontarlos y desarrollarlos; por último, en muchos casos, se constató la escasez de subsidios técnicos y de medios económicos.
El Documento se dirige en primer lugar a las Conferencias Episcopales y a los Excmos. Obispos de las Diócesis de los territorios de derecho común; y también a los Superiores y Profesores de los Seminarios. Por tanto, sujetos de la específica iniciación y formación de que trata este Documento, se consideran ante todo los alumnos de Seminarios Mayores y Menores de dichos territorios; pero ciertamente podrá ofrecer útiles servicios también a los Seminarios e institutos de formación sacerdotal que no dependen de la Congregación para la Educación Católica.
El objeto propio y directo de la iniciación y educación específica, al cual el Documento se refiere, son en primer lugar, aquellos medios actuales de comunicación. Ellos se distinguen por su relevante tecnicidad, y también por su propia y altísima capacidad de comunicación. Son también objeto de este Documento los problemas socio-culturales y morales-pastorales estrechamente relacionados con tales instrumentos.
Pasemos ahora a analizar las normas particulares para los niveles de formación propuesto por estas Orientaciones:
Nivel de Base: Formación de los receptores
La primera iniciación y formación "de base" debe tender a iluminar a los alumnos, a afinarles el sentido crítico y a formarles la conciencia de modo que sean liberados de fáciles sugestiones y manipulaciones que los mass media pueden provocar, sobre todo, si es en daño de la verdad y de la moral. En particular, se trata de adiestrarlos con una segura formación doctrinal y ascética.
En este nivel se debe atender al aspecto técnico específico de cada uno de los instrumentos; esto es necesario para la indispensable correcta "lectura" y comprensión objetiva de sus comunicaciones.
Asimismo, el aspecto religioso y moral es de fundamental importancia para la formación de los futuros sacerdotes a una libertad interior personal, radicada en profundas convicciones, que es necesaria también para aquel testimonio del buen ejemplo con el cual ellos deberán conferir eficacia a su obra de maestros y guías. En este trabajo:
a) evítese degradar la moral de los mass media a mero moralismo, o reducirla toda, o casi toda, a la esfera de lo erótico sexual, permaneciendo, sin embargo, atentos a la luz particular en la cual este aspecto se coloca para cuantos se preparan a vivir el celibato consagrado;
b) prográmese preferentemente el uso y empleo positivo de los mass media: prefiriendo lo que sea válido y "edifique", respecto a lo negativo, es decir, evitando cuanto se presuma nocivo y peligroso;
c) en el bien como en el mal, hágase ver no sólo lo que afecte la conciencia individualmente, sino también la relevancia social de las propias opciones y de los mensajes que de ellas derivan. Valdrá para esto también la atención que han de prestar los alumnos a los "juicios morales" eventualmente dados por las competentes autoridades
Para que los alumnos prueben en la práctica cuanto van aprendiendo en doctrina convendrá habituarlos con una cierta amplitud, individualmente y en grupos homogéneos, a la información realista que los instrumentos de la comunicación ofrecen del mundo y de sus dramas y problemas.
Segunda Nivel: Formación pastoral
El segundo nivel, de formación específicamente pastoral, que se impartirá, por tanto, durante los cursos filosófico y teológico indistintamente a todos los que se preparan al ministerio sacerdotal, debe proponerse tres finalidades:
a) adiestrar a los interesados al uso correcto de los instrumentos de la comunicación social y, en general, de toda técnica de expresión y de comunicación, en las actividades pastorales, cuando las circunstancias lo consientan;
b) formarlos, en este campo, como maestros y guías de los demás (receptores en general, educadores y cuantos operan los mass media) con la enseñanza, la catequesis, la predicación, etc., y como asesores, confesores, directores espirituales;
c) sobre todo, sensibilizarlos y prepararlos a una necesaria continua adecuación de su futura actividad pastoral, incluida la de inculturación de la fe y de la vida cristiana en las diversas Iglesias particulares a un mundo psicológica y socialmente condicionado por los mass media y por la tele(infor)mática
La insustituible función del ministerio de la palabra en el apostolado sacerdotal, exige la necesaria formación teórica y práctica, del futuro sacerdote en el arte del decir. Serviran a este fin también las elaboraciones y luego las discusiones en grupo, de entrevistas, de servicios periodísticos, de shorts publicitarios y de programas de radio y televisivos. Pueden referirse a periódicos internos al Seminario, y en circuito cerrado, a los servicios externos, por ejemplo: en las parroquias, en las escuelas y en la prensa local, religiosa y laica. En particular se han de alentar y, si es necesario y posible, ayudar las publicaciones del Seminario como preciosos vehículos para estimular y ejercitar la creatividad de los alumnos.
En este adiestramiento práctico al uso pastoral de los mass media, se debe dedicar una conveniente atención también a los diversos otros medios y técnicas de expresión y de comunicación, que pueden presentarse como similares o subsidiarios. Entre éstos tiene preeminencia el teatro. Se recomienda preocuparse de él para adiestrar a los futuros sacerdotes a entenderlo y evaluarlo bien y también producir e interpretar textos teatrales que contribuyen a afinar las capacidades comunicativas de los alumnos ante el público, y a prepararlos al trabajo de grupo.
Para conseguir las otras dos finalidades de esta formación pastoral convendrá no ignorar, al menos en sus puntos esenciales, las diversas temáticas socio-culturales: tecnología, telemática, antropología cultural, sociología, economía, semiología y linguística, psicología y pedagogía, etc., en cuanto relacionadas con la comunicación humana actuada con los mass media y con las tecnologías más recientes. En las mismas temáticas, se encuadrará la temática propiamente religiosa y moral-pastoral de los instrumentos de la comunicación social. En efecto, conviene tener presente el "hombre total", que los mismos instrumentos impactan bajo el aspecto individual y social, primero como hombre, después como creyente y cristiano; cuya plena tutela y promoción, especialmente hoy, la Iglesia asume como tarea de la propia cura pastoral. A esta cura pastoral es necesario que el sacerdote se adapte, tanto en la didáctica, para hacer comprensible a los hombres de hoy el mensaje de la salvación, como en la pedagogía, para hacerlo operante.
Esta formación pastoral, teórica y práctica, al uso de los instrumentos de la comunicación social será ciertamente facilitada si en el Seminario se integra en un clima de comunicación de los alumnos entre sí y con los propios profesores. A tal fin es necesario cuanto sigue:
-educar a los alumnos al silencio interior, necesario tanto a la vida espiritual como a la intelectual, para evitar el bullicio dispersivo de la actual comunicación de los mass media;
-entrenar a los alumnos en el frecuente diálogo interpersonal y del grupo, velando por la propiedad del lenguaje, la claridad de la exposición y la eficacia de la argumentación, para integrar las comunicaciones prevalentemente unidireccionales y por imágenes de losmass media;
-que los docentes, por su parte, tratando de losmass media y de las demás materias, procuren sin perjuicio del rigor científico la máxima comunicabilidad, eventualmente actualizando el propio lenguaje;
-que todos indistintamente, en unión de voluntades y de corazones, tiendan a "aquella comunión que según la fe cristiana constituye el fin primario y último de toda comunicación"
Para facilitar el trabajo a los alumnos, será útil el conocimiento directo de los autores y de los estudios más acreditados, proveyéndolos de textos y de revistas, y guiándolos en la discusión crítica de las tesis y de las propuestas avanzadas por los mismos, sobre todo si son susceptibles de relevantes aplicaciones en el comportamiento ético-moral de los fieles, y de los hombres en general, y en la práctica pastoral.
Se aconseja que al menos una parte de esta formación específica pastoral sea ofrecida también aprovechando ocasiones, tratando las cuestiones a medida que lo consientan las materias humanístico-sociológicas y filosófico-teológicas. Sin embargo, la disciplina no sea considerada como auxiliar u opcional, sino que, durante el curso filosófico-teológico, se integren en cursos orgánicos lecciones y ejercitaciones con examen final.
Tercer nivel: formación especializada
Conviene que "cuantos ya utilizan, o se preparan para utilizar los instrumentos" de la comunicación social, y que "muestren especiales inclinaciones", no se contenten con la formación pastoral impartida a todos los seminaristas, sino que procuren adquirir, "oportunamente, una más especializada". Por su parte, los superiores estén atentos a descubrir estos jóvenes y ayúdenles a adquirirla. Son invitados a procurar tal formación, más bien práctico-profesional, no sólo los que se preparan al periodismo activo, y a trabajar en el cine, en la radio y en la televisión, sino también, al menos en un cierto grado, los que se preparan a la enseñanza de esta disciplina, o a la dirección y colaboración en las oficinas, diocesanas y nacionales, de los instrumentos de la comunicación social.
En diversas áreas linguísticas sirven laudablemente, de manera más o menos completa, también iniciativas e instituciones de la Iglesia o de fieles particulares. Pero, donde estas iniciativas faltasen, o, por carencia o insuficiencia de equipamiento y de expertos, no resultase eficiente, convendrá que también los alumnos de los Seminarios, o los sacerdotes ya comprometidos en el ministerio sacerdotal, con sentido de prudencia, recurran a otras instituciones públicas aptas procurándose personalmente una correcta deontología profesional.
Esta Congregación confía en que un clero así formado podrá eficazmente ayudar a "todos los hombres de buena voluntad (...) a usar los instrumentos de la comunicación social únicamente en beneficio de la humanidad, cuyo porvenir depende cada día más de su recto uso"; en un tiempo, además en que "el Pueblo de Dios, fijos en el mañana los ojos confiados y atentos, vislumbra lo que a manos llenas le promete la recién nacida era espacial" (Cfr. Inter mirifica, n. 24 y Communio et progressio, n. 187).
A continuación transcribimos el apéndice 1: La Formación del clero al uso de los mas media en los documentos oficiales de la Iglesia, que consiste en una selección de orden cronológico de los documentos que tratan el tema:
APENDICE I: LA FORMACION DEL CLERO AL USO DE LOS MASS MEDIA EN LOS DOCUMENTOS OFICIALES DE LA IGLESIA (selección en orden cronológico)
1. PIO XI, Carta encíclica Ad catholici sacerdotii (20 Dic. 1935: A.A.S. 28 [1936], 5), sobre la actualización cultural del clero:
"(...) el sacerdote, aun engolfado ya en las ocupaciones de su santo ministerio y con la mira puesta en él, prosiga en el estudio serio y profundo de las materias teológicas, acrecentando de día en día la suficiente provisión de ciencia, hecha en el seminario, con nuevos tesoros de erudición sagrada que lo habiliten más y más para la predicación y para la dirección de las almas (...). "Por el decoro del ministerio que desempeña, y para granjearse, como es conveniente, la confianza y la estima del pueblo, que tanto sirven para el mayor rendimiento de su labor pastoral, debe, además poseer aquel caudal de conocimientos, no precisamente sagrados, que es patrimonio común de las personas cultas de la época (...). Los clérigos no se deben contentar con lo que tal vez bastaba en otros tiempos; mas han de estar en condiciones de adquirir, mejor dicho, deben de hecho tener una cultura general más extensa y más completa, correspondiente al nivel más elevado y a la mayor amplitud que, hablando en general, ha alcanzado la cultura moderna comparada con la de los siglos pasados".
2. PONTIFICIA COMISION PARA LA CINEMATOGRAFIA, Carta del Presi dente Mons. Martin O'Connor al Episcopado Italiano ( 1 Junio 1953) sobre las salas de cine parroquiales.
"4 - (...) Muchos sacerdotes en cura de almas, preocupados por defender la grey confiada a ellos y convencidos de que deben oponer al cine inmoral espectáculos sanos y educativos, han soportado grandes sacrificios para abrir en la parroquia o en el oratorio una sala de cine, a la cual el pueblo, y sobre todo la juventud, pueda acceder sin peligros.
5 - Estas iniciativas confirman la dedicación con que el episcopado y el clero siguen el preocupante problema del cine, que se ha constituido en una exigencia para la gran parte de las poblaciones, no sólo de las ciudades, sino también de los centros rurales menores.
20 - (...) La comisión diocesana se preocupe de orientar a la pública opinión y de influir con todos los medios para crear una conciencia cristiana en los espectadores que llenan las salas públicas. A este fin se han constituido en muchas ciudades círculos de estudio, o "cineforum". Para su actividad, éstos deberán inspirarse en los principios de la moral cristiana y en las normas emanadas de la autoridad eclesiástica, tanto en la selección de los film a programar como en la impostación de la discusión.
25 - Se prepare con solicitud la "Jornada del cine católico" en la cual los sacerdotes ilustrarán a los fieles sus deberes en este campo".
3. PIO XII, Exhortación I rapidi progressi, al Episcopado italiano, sobre la televisión (1 Enero 1954: A.A.S. 46 [1954], 18).
"24 - (...) es más que nunca necesario y urgente formar en los fieles una conciencia recta de los deberes cristianos respecto al uso de la televisión: es decir, una conciencia que sepa advertir los eventuales peligros y se atenga a los juicios de la autoridad eclesiástica sobre la moralidad de las representaciones teletransmitidas (...). Por eso, Nosotros no podremos elogiar suficientemente a todos aquellos que, según sus posibilidades, como verdaderos apóstoles del bien, os ayudarán en esta benéfica obra".
4. PIO XII, en la encíclica Sacra virginitas (25 Marzo 1954: A.A.S. 46 [1954], 161), en la tercera parte trata del cine, relevando que la castidad perfecta es una virtud difícil, denunciando los peligros que a ella se oponen e indicando los medios para conservarla:
"54 - (...) Algunos piensan que todos los cristianos, y principalmente los ministros sagrados, no deben ser segregados del mundo, como en tiempos pasados, sino que deben estar presentes en el mundo, y por tanto tienen que afrontar al riesgo y poner a prueba su castidad, para que se manifieste si son o no capaces de resistir: véanlo todo los jóvenes clérigos, para que se acostumbren a contemplar todo con ánimo sereno y se inmunicen contra cualquier género de turbaciones. Les conceden fácilmente que puedan sin sonrojo mirar todo lo que a sus ojos se ofrece, frecuentar espectáculos cinematográficos, aun los prohibidos por la censura eclesiástica, hojear cualquier revista, aun obscena (...). Y esto lo permiten con el pretexto que hoy día son muchos los que se sacian de tales espectáculos y lecturas, y es necesario entender su manera de pensar y sentir para poderles ayudar. Es fácil ver lo falso y desastroso de este modo de educar al clero y prepararlo a conseguir la santidad propia de su misión".
5. S. S. CONGREGACION DEL CONCILIO, Carta del Prefecto Card. Pietro Ciriaci (16 Junio 1956), al Congreso de Anversa (1-2 Agosto 1956) sobre el tema "Catechesi per il nostro tempo":
"2 - (...) ¨Quién no ve, en un mundo que cambia y cuya fisonomía ha sido trastornada por las técnicas modernas (...), la urgencia e importancia de reconsiderar los problemáticos datos esenciales de la enseñanza religiosa, de extraer de ellos los elementos irrenunciables, de adaptar los métodos a las necesidades presentes, a las carencias de las clases y de los países subdesarrollados a las condiciones psicológicas del hombre de hoy?".
6. PIO XII, Discurso sobre la actualización y el magisterio de la Iglesia (14 Sept. 1956: A.A.S. 48 [1956], 707):
"25 - (...) El sacerdote en cura de almas puede y debe saber lo que afirman las ciencias modernas, el arte y la técnica modernos, en cuanto se refieren al fin y a la vida religiosa y moral del hombre: lo que es religiosamente admisible, lo que es inadmisible, lo que es indiferente (...) Hay una semejante (y hoy aun mayor) necesidad de "agiornamento pastoral"--queremos decir: adaptación-a la predicación de la Iglesia (al vivum Magisterium ecclesiasticum), como también un "agiornamento pastoral" a las ciencias modernas; es más, debemos decir que hay en el momento presente una más grande necesidad de la "orientación" de las mismas ciencias modernas (en cuanto ellas tocan los campos religiosos y morales) al magisterio de la Iglesia ( ...)".
7. PIO XII, en la Carta encíclica Miranda prorsus (8 Sept. 1957: A.A.S. 49 [1957], 765), relevaba en primer lugar la indispensable preparación de los radio y teleespectadores en general (nn. 58-59; 61-62), y luego, la específica del clero, respecto a la radio y la televisión (nn. 127-128 Y 147), y respecto a todos los mass media (nn. 153 Y 154).
"58 - (...) El cine, la radio y la televisión ofrecen nuevas posibilidades de expresión artística, y por esto un específico género de espectáculo, destinado no ya a un grupo escogido de espectadores, mas a millones de hombres, diversos en edad, ambiente y cultura.
59 - Para que el espectáculo en tales condiciones pueda cumplir su función, es necesario un esfuerzo educativo que prepare al espectador a comprender el lenguaje propio de cada una de estas técnicas, y a formarse una conciencia recta que permita juzgar con madurez los varios elementos ofrecidos por la pantalla y por el altavoz, para que no tenga que sufrir pasivamente su influjo, como sucede con frecuencia.
61 - (...) Son hoy numerosas las iniciativas que tienden a preparar tanto a los adultos cuanto a la juventud para que valoren mejor los lados positivos y negativos del espectáculo (...).
62 - Dichas iniciativas (...) merecen no solamente Nuestra aprobación, sino también Nuestro más entusiasta aliento para que sean introducidas y fomentadas en las escuelas y en las universidades, en las asociaciones católicas y en las parroquias.
127 - Por cuanto la digna presentación de las funciones litúrgicas por medio de la radio, como también, de las verdades de la fe y las informaciones sobre la vida de la Iglesia exigen (...) talento y comprensión especial, es indispensable preparar cuidadosamente a los sacerdotes (...) destinados a tan importante actividad.
128 - A tal fin (...) organícense oportunamente cursos adecuados de adestramiento que permitan a los candidatos (...) adquirir la habilidad profesional necesaria para asegurar a las transmisiones religiosas un nivel artístico y técnico elevado.
147 - Invitamos (...) en primer lugar al clero y a las Ordenes y Congregaciones religiosas, a darse cuenta de esta nueva técnica y a prestar su colaboración para que se pongan al alcance de la televisión las riquezas espirituales del pasado y las que puedan brindarle todo progreso auténtico.
153 - No podemos concluir estas enseñanzas Nuestras, sin que recordemos cuanta importancia ha de tener (como en todos los campos del apostolado) la intervención del sacerdote en la actividad que la Iglesia debe desplegar para favorecer y utilizar las técnicas de la difusión.
154 - El sacerdote debe conocer los problemas que el cine, la radio y la televisión plantean a las almas. "El sacerdote que tiene cura de almas -decíamos a los que tomaron parte en la semana de adaptación pastoral en Italia (Discurso del 14 Sept. 1956: A.A.S. 48 [1956], 707)-puede y debe saber lo que afirman la ciencia, el arte y la técnica moderna, por la relación que éstas tienen con la finalidad de la vida religiosa que, según el prudente juicio de la Autoridad Eclesiástica, lo requieran la naturaleza de su sagrado ministerio y la necesidad de llegar a un mayor número de almas. Debe, finalmente, cuando de ellas se sirve para uso personal, dar ejemplo a todos los fieles de prudencia, de moderación y de sentido de responsabilidad".
8. JUAN XXIII, Discurso al clero romano promulgando el Primer Sínodo Romano (24 NOV. 1960: A.A.S. 52 [1960], 967), sobre la mortificación del sacerdote:
"34 -Ecce nos reliquimus omnia et secuti sumus te. En este omnia que hemos dejado por Cristo, está incluida también la participación de toda lectura y de toda visión de periódico, de revista y de libro, de diversión, que en cualquier modo contradiga a la verdad y al espíritu de Cristo, a la enseñanza de la Santa Iglesia, a las prescripciones e invitaciones de nuestro Sínodo bendito".
9. PRIMER SINODO ROMANO (29 Junio 1960: Primo Sinodo Romano, Tip. Vaticana, 1961), a propósito de los espectáculos en general, disponía:
"704, õ 2 - Es bueno que el clero (...) sea instruido acerca de los espectáculos y a los relativos deberes de apostolado, teniendo presentes las enseñanzas de los Sumos Pontífices".
A propósito del cine dependiente de la autoridad eclesiástica:
"693, õ 1 - Las salas de proyección aprobadas por la autoridad eclesiástica tienen la finalidad de proteger a los fieles, y especialmente a los jóvenes, de los daños de las malas películas y de utilizar las buenas para fines educativos".
õ2 - Es absolutamente necesario y justo que los dirigentes de dichas salas se inspiren en finalidades de apostolado, adoptando severos criterios en la selección de los programas y teniendo siempre presentes las particulares exigencias de una sala católica, aprobada por la autoridad eclesiástica".
A propósito de la formación de los fieles:
"703, õ 1 - El clero (...) y todas las asociaciones y obras de apostolado se empeñen en formar en los fieles una recta conciencia acerca del uso de los medios audiovisivos. A esta finalidad se organicen jornadas de propaganda y cursos de predicación, que podrán concluirse con una función religiosa y la pública promesa de abstenerse de todo espectáculo inmoral".
10. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia (4 Dic. 1963: A.A.S. 56 [1964], 105). Trata de las transmisiones radio-televisivas de las funciones sagradas:
"20 - Las transmisiones radiofónicas y televisivas de las funciones sagradas, especialmente si se trata de la celebración de la Misa, sean hechas con discreción y decoro, bajo la dirección y garantía de persona competente, destinada a tal oficio por los Obispos".
11.CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, decreto Inter mirifica sobre los instrumentos de la comunicación social (4 Dic. 1963: A.A.S. 56 [1964], 145). Fija las tareas pastorales de la Iglesia respecto al uso de los mass media (nn. 3 Y 13); trata de la preparación teórica y práctica de todos los receptores (nn. 9 y 16) y de los operadores de los mismos con finalidades pastorales (n. 15); por último, trata de la Jornada Mundial como ocasión para sensibilizar a los fieles (n. 18):
"3 - La Iglesia Católica (...) considera que forma parte de su misión predicar a los hombres con ayuda de los medios de comunicación social el mensaje de salvación y enseñarles el recto uso de estos medios. A la Iglesia, pues, corresponde el derecho originario de usar y de poseer toda clase de medios de este orden, en cuanto son necesarios o útiles para la educación cristiana y para toda su obra de salvación de las alnas; y corresponde a los sagrados Pastores la tarea de instruir y de gobernar a los fieles de modo que éstos, sirviéndose de dichos medios, atiendan a la perfección y salvación de sí mismos y de toda la familia humana (...).
13 - (...) Esfuércense todos los hijos de la Iglesia para que los medios de comunicación social se utilicen eficazmente (...) en las múltiples obras de apostolado (...) anticipándose a las iniciativas dañinas, especialmente en aquellas regiones en las que el progreso moral y religioso reclama mayor diligencia. Apresúrense, pues, los sagrados Pastores a cumplir en este campo su misión, íntimamente ligada a su deber ordinario de predicar (...).
9 - Particulares deberes obligan a todos los receptores (...) que, por particular y libre elección, reciben las informaciones difundidas por estos medios. Pues la recta elección exige que aquellos favorezcan plenamente todo lo que sobresale en virtud, ciencia y arte; y eviten, en cambio, todo lo que pueda ser causa u ocasión de daño espiritual para ellos (...). Para que puedan con mayor facilidad oponerse a las sugerencias malas y favorecer de lleno las buenas, cuiden de formar y dirigir su conciencia con ayudas adecuadas.
16 - El recto uso de los medios de comunicación social, que están al alcance de usuarios diferentes por la edad y la cultura, requiere una formación y una experiencia adecuada y proporcionada de los mismos. Por ello deben fomentarse, multiplicarse y encuazarse, según los principios de la moral cristiana, las iniciativas aptas para conseguir este fin-sobre todo si se destinan a los jóvenes-en las escuelas católicas de todo grado, en los seminarios (...). Para realizar esto con mayor rapidez, la exposición y explicación de la doctrina y de la disciplina católicas en la materia deben enseñarse en el catecismo.
15 - (...) han de formarse sin demora sacerdotes, religiosos y también laicos que posean la debida pericia en el manejo de estos medios para los fines de apostolado.
18 - (...) debe celebrarse cada año en todas las Diócesis (...) una "Jornada" en la cual se enseñe a los fieles las obligaciones que tienen en esta materia ".
12. S. CONGREGACION DE SEMINARIOS, Normas para los rectores de Seminarios de Italia (10 Junio 1964):
" 1 - La atención concedida por el Concilio Vaticano II a los instrumentos de la comunicación social, que culminó después en el decreto conciliar Inter mirifica, no puede dejar de estimular a cuantos tienen la responsabilidad de formar a los futuros ministros, para encaminarlos a una más adecuada evaluación de dichos instrumentos y a su ilustrada utilización pastoral.
2 - Sepan, por otro lado, que ya desde algunos años, se ha difundido cada vez más el uso de proyectar algunas películas y de consentir la visión de algunas transmisiones televisivas a los alumnos de los Seminarios, especialmente de las clases superiores, con sucesiva discusión, intentando con esto ofrecer a los seminaristas una ayuda que valga para hacerlos apreciar rectamente los audiovisivos en general y para habituarlos, en particular, a la crítica estético-moral de cada representación.
3 - Mientras auspiciamos que (...) se profundice la sensibilidad del clero, especialmente joven, hacia los instrumentos de tan fácil, y a veces decisiva, incidencia social; y mientras aprobamos en general las iniciativas ya en acto en los institutos de formación eclesiástica, no podemos dejar de recordar a los responsables que las mismas deberían ser reguladas según las normas de este Sagrado Dicasterio (...).
4 - A este respecto, nos parece superflua toda palabra que quiera relevar la delicadeza de conciencia y la particular sensibilidad de quien se está preparando para ser un homo Dei (2 Tim 4, 17) ante el mundo, y la consiguiente inconveniencia de que los alumnos del santuario sean admitidos a representaciones cinematográficas o televisivas, aunque sean de alto nivel artístico. Deseamos significar a quien corresponda que los criterios de selección para este especial tipo de espectadores deberán ser mucho más atentos y rigurosos de los adoptados para los simples fieles, si no queremos que el germen del naturalismo ataque, quizá irreparablemente, a cuantos son llamados a ser, por singular privilegio, dispensatores mysteriorum Dei (1 Cor 4, 2) y boni dispensatores gratiae (Pt 4, 10).
5 - (...) 4) Todo espectáculo esté siempre seguido por una oportuna discusión crítica guiada por un sacerdote convenientemente preparado, y de probada espiritualidad.
5) El rector, de acuerdo con el Exc.mo Ordinario del lugar, provea a la específica formación de dicho sacerdote y, más aun, facilitándole en lo posible la participación en cursos de perfeccionamiento (...) y dotando la biblioteca de los profesores de las principales obras de crítica cinematográfica (...) ".
13.PABLO VI, Discurso al Primer Congreso de la A.C.E.C. (7 Julio 1964) sobre el conocimiento del magisterio eclesiástico:
" 4 - (...) El magisterio eclesiástico ha publicado una serie de documentos (...). Precisamente estos documentos nos aconsejan daros a vosotros (...) una primera recomendación: procurad conocer bien tales documentos, procurad saber bien el pensamiento de la Iglesia sobre cuanto se refiere a vuestra actividad; no os desagrade anteponer a las teorías de los maestros profanos, a las ideas de moda de los artistas, de los críticos, de la opinión pública, las enseñanzas tan meditadas, tan autorizadas, tan humanas del magisterio eclesiástico. Nuestra doctrina, también en este campo, donde los fenómenos están en continua evolución y las opiniones son cada día nuevas y volubles, no es una cadena molesta que frena nuestro paso en el seguimiento de hechos e ideas en rápido movimiento, sino un apoyo seguro para no quedar sumergidos, un criterio de juicio que nos ayuda a comprenderlo todo, a juzgarlo todo y clasificarlo rectamente, es fuente de pensamiento y de experiencia, que habilita a quien la posee a dominar el campo con autoridad, con honor, con capacidad de guía, de comprensión y de ayuda. Es un título de madurez, podríamos decir:ut iam non simus parvuli *uctuantes et circumferamur omni vento doctrinae (Ef 4, 14) ".
14.CONCILIO VATICANO II, decreto Christus Dominus sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia (26 Oct. 1965: A.A.S. 58 [1966], 673), sobre el uso de los mass media por parte de los Obispos, en el Capítulo II: Los Obispos y las Iglesias particulares:
13 - Esfuércense en aprovechar (...) para anunciar la doctrina cristiana (...) la difusión de la misma en públicas declaraciones (...) por medio de la prensa y de los varios medios de comunicación social, de que es menester usar a todo trance para anunciar el Evangelio de Cristo ".
15.PABLO VI, Carta apostólica Ecclesiae Sanctae para la aplicación de algunos decretos del Concilio Vaticano II (6 Agosto 1966: A.A.S. 58 [1966], 757), a propósito del n. 16 del Christus Dominus y del n. 19 del Presbyterorum ordinis dispone:
" 7 - Cuiden los Obispos, individualmente o en común, que todos los sacerdotes, incluso los dedicados al ministerio, lleven a cabo un curso de pastoral durante un año, inmediatamente después de su ordenación, y asistan, en tiempo prefijado, a otras clases que les brinden la oportunidad para un conocimiento más completo de la pastoral, de la teología, de la moral y de la liturgia (...) ".
16.PABLO VI, Carta encíclica Sacerdotalis caelibatus (24 Junio 1967: A.A.S. 59 [1967], 657). Los textos están tomados de la Segunda Parte de la Encíclica, donde se indican los medios para vivir serenamente la vida de castidad perfecta:
" 60 - (...) La dificultad y los problemas que hacen a algunos penosa, o incluso imposible la observancia del celibato, derivan no raras veces de una formación sacerdotal que, por los profundos cambios de estos últimos tiempos, ya no resulta del todo adecuada para formar una personalidad digna de un hombre de Dios (1 Tim 6, 11).
65 - Una vez comprobada la idoneidad del sujeto (...) se debe procurar el progresivo desarrollo de su personalidad, con la educación (...) intelectual y moral ordenada al control y al dominio personal de los instintos, de los sentimientos y de las pasiones.
70 - Los jóvenes deberán convencerse de que no pueden recorrer su difícil camino sin una ascesis particular, superior a la exigida a todos los otros fieles y propia de los aspirantes al sacerdocio. Una ascesis severa (...), que consista en un meditado y asiduo ejercicio de aquellas virtudes que hacen de un hombre un sacerdote (...) prudencia y justicia, fortaleza y templanza (...) castidad como perseverante conquista, armonizada con todas las otras virtudes naturales y sobrenaturales (...). De esta manera, el aspirante al sacerdocio conseguirá, con el auxilio de la gracia divina, una personalidad equilibrada, fuerte y madura (...).
77 - Justamente celoso de la propia e íntegra donación al Señor, sepa el sacerdote defenderse de aquellas inclinaciones del sentimiento que ponen en juego una afectividad no suficientemente iluminada y guiada por el espíritu, y guárdese bien de buscar justificaciones espirituales y apostólicas a las que, en realidad, son peligrosas propensiones del corazón ".
17. S. CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA, Carta circularI seminari minori (23 Mayo 1968: Enchiridion Vaticanum, III, P. 161):
" La institución tiene una finalidad bien precisa: favorecer los gérmenes de vocación. De allí surgen la obligación de un régimen en armonía con la edad y las edades, un contacto más estrecho con la realidad de la propia familia, de la parroquia, de las organizaciones juveniles. Para tal fin deben ser usados los medios de comunicación social siguiendo las indicaciones de la prudencia educativa ".
18.S. CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA,Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis (19 Marzo 1985). Además de las dos referencias explícitas a los mass media de los n. 68 Y 69, abundan las indicaciones más o menos relacionadas con los mismos. De los cinco números aquí reportados, el n. 4 pertenece a la Introducción; los nn. 67, 68 Y 69 forman parte del Capítulo X y se refieren a aspectos pastorales y didácticos; el n. 89 del Cap. XIV trata de la formación al juicio crítico:
4 - El ministerio sacerdotal (...) se ejerce hoy en una situación completamente nueva, que se manifiesta en las nuevas necesidades de los hombres y en la naturaleza de ]a actual cultura civil (...). Han de tenerse presentes constantemente estas facetas de la cultura de nuestro tiempo, ya que es necesario que las tenga en cuenta la vida y la acción del sacerdote y también la capacitación para su misión. Los jóvenes que en la actualidad ingresan en el Seminario comparten esta situación de la sociedad a través de los diversos medios de comunicación social y su espíritu se ve afectado por la problemática referente a la religión y, sobre todo, a la acción y vida del sacerdote.
67 - Enséñeseles también el modo apropiado de dirigirse a los hombres de nuestro tiempo, como el arte de hablar y de escribir (...) absolutamente necesaria para el sacerdote.
68 - Dado que en la cultura de hoy, los hombres se forman y mueven, no tanto por libros y profesores, cuanto, cada día con más amplitud, por los medios audiovisuales, es en sumo grado necesario que los sacerdotes estén capacitados para utilizarlos y utilizarlos bien, sin adoptar una postura pasiva ante ellos, sino estando siempre preparados para enjuiciarlos. Esto no puede conseguirse si en el Seminario no se educan por medio de hombres preparados o de experimentos orientados a este fin y llevados a cabo con prudencia y moderación, acompañados de una formación teórica y práctica, de forma que puedan valerse por sí mismos y formar a los fieles en lo referente a estos medios, y utilizarlos eficazmente en el apostolado.
69 - Iníciese a los alumnos, ya desde los primeros años del Seminario, y más intensamente a medida que avanzan en edad y formación, en las necesidades de la vida social, especialmente en las de su propia nación, para que aprendan a conocer los problemas y controversias sociales, a penetrar su naturaleza, sus relaciones mutuas, sus dificultades y consecuencias a partir de las materias que estudian, del trato con los hombres y las cosas, y de los acontecimientos de todos los días, y a buscar y sondear con equidad y justicia sus soluciones a la luz de la ley natural y de los preceptos evangélicos.
89 - Los alumnos aprendan a proceder críticamente en el juicio de la cultura de hoy y en la lectura de los autores, reteniendo lo admisible y rechazando lo inadmisible. A esto puede contribuir muy eficazmente la lectura en común con los profesores de libros y revistas, a la que siga una discusión crítica ".
19. S. CONGREGACION PARA EL CLERO, Directorio catequístico general (11 Abril 1971: A.A.S. 64 [1972], 97):
123 - (...) Es tarea de la catequesis educar a los cristianos a discernir la naturaleza y el valor de lo que es propuesto a través de los mass media. Es evidente que esto presupone un conocimiento técnico del lenguaje de tales medios ".
20. SECRETARIADO PARA LA UNION DE LOS CRISTIANOS, Directorio ecuménico. Parte II:El ecumenismo en la enseñanza superior (16 Abril 1970: Enchiridion Vaticanum, II, 1976, 1044):
" 92-13 - (...) Mientras la formación común o sistemática debe ser impartida por profesores católicos, especialmente en materias de exégesis, teología dogmática y moral, los alumnos católicos pueden frecuentar las escuelas que enseñan las disciplinas prácticas, como las lenguas bíblicas, los medios de comunicación social, la sociologia religiosa en cuanto esta nueva ciencia se aplica a la observación de los hechos (...). Establecer todo esto corresponde a los superiores, sentido el parecer de los alumnos, según el reglamento del seminario y las normas dadas por el Ordinario que tiene jurisdicción sobre él ".
21. PABLO VI, Carta apostólica Octogesimo adveniens, al Card. Maurizio Roy, Presidente del Consejo para los Laicos y de la Pontificia Comisión Iustitia et Pax en el 80º aniversario de la encíclica Rerum novarum (1891-1971) (14 Mayo 1971: A.A.S. 63 [1971], 415). Trata de los influjos psico-sociales de losmass media:
" 20 - Entre los principales cambios de nuestro tiempo, no olvidemos la importancia siempre creciente de los instrumentos de la comunicación social y su influjo sobre la transformación de la mentalidad, de los conocimientos, de las organizaciones humanas y de la misma sociedad (...). ¨Cómo, entonces, no preguntarse sobre los detentores reales de este poder, sobre las finalidades que ellos persiguen y sobre los medios puestos en ejecución; en fin, sobre la repercusión de su acción respecto al ejercicio de las libertades individuales, tanto en el sector político e ideológico, como en la vida social, económica y cultural?".
22. PONTIFICIA COMISION PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Instrucción Pastoral Communio et Progressio, para la aplicación del decreto conciliar Inter mirifica (23 Mayo 1971: A.A.S. 63 [1971], 593). Trata la formación pastoral en general (n. 64), luego, en particular, de la educación de los receptores (nn. 15, 65-66, 69 Y 107), de la educación de los colaboradores en los mass media (n. 106), de la correspondiente enseñanza en la moral y la catequesis (n. 108), y del aporte del clero y de su formación especííica (n. 110 y 111):
64 - Urge, ante todo, una formación que inculque profundamente los principios que han de regir el uso de ]os medios de comunicación social; principios que a todos afectan (...). Esta formación debe incluir unos principios claros y concretos sobre la peculiar naturaleza de cada uno de los instrumentos de comunicación social, sobre su situación, uso y recta aplicación, teniendo especialmente en cuenta el hombte y la sociedad.
15 - (...) No debe, pues, omitirse esfuerzo alguno para que los "receptores " (esto es: los que se benefician de lo que leen, oyen y ven) se capaciten para interpretar exactamente cuanto les suministran estos instrumentos, y para beneficiarse lo más posible y poder participar activamente en la vida social; sólo así estos instrumentos conseguirán su plena eficacia.
65 - Los usuarios necesitan una instrucción básica, para poder sacar de los medios de comunicación social el mayor provecho posible, no sólo con miras personales, sino para poder ser capaces de participar en el intercambio y diálogo social y en la colaboración de los miembros de la comunidad y poder encontrar los más adecuados caminos para realizar la justicia internacional, logrando la superación de las estridentes diferencias entre los pueblos ricos y los subdesarrollados.
66 - Por lo cual, los usuarios necesitan una formación puesta al día y adaptada, suficiente y accesible. Los más competentes deben ayudar a esta formación continuada por medio de conferencias, círculos, aforos", reuniones y cursos de renovación.
69 - Esta formación se ha de desarrollar en las mismas escuelas con un método y sistema determinados, para que según sus distintos niveles, los alumnos lleguen gradualmente al conocimiento y aplicación de los principios, y a la lectura e interpretación de las obras modernas. En los planes de estudio, debe tener un puesto esta enseñanza que será después desarrollada en reuniones y ejercicios prácticos dirigidos por expertos.
67 - Nunca será demasiado pronto para inculcar en los jóvenes el criterio y sentido artístico y la conciencia de la propia responsabilidad moral en la selección de las publicaciones, películas y emisiones de televisión (...).
107 - La Iglesia juzga como urgentemente necesario el proporcionar formación cristiana a los mismos receptores (...). En efecto, los receptores bien formados serán capaces de tomar parte en el diálogo promovido por los medios de comunicación y sabrán a la vez pedirles comunicaciones más dignas y de más elevada calidad. Las escuelas e instituciones católicas tienen que cumplir su importante papel en este campo. En estos centros se ha de intentar no sólo formar buenos lectores, oyentes y espectadores, sino además hombres poseedores de ese "lenguaje total" que usan los medios de comunicación.
106 - Se invita a los Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares y a cuantos de cualquier manera representan a la Iglesia, a que colaboren cada vez más en las publicaciones y a que intervengan en las emisiones de radio, televisión, y en el cine. Esta acción, para la cual deben ser invitados y estimulados constantemente, puede dar resultados sorprendentes. Pero la naturaleza misma de los instrumentos de comunicación exige de cuantos los utilizan, escribiendo, hablando o actuando, que estén perfectamente capacitados. Por eso los organismos nacionales y las instituciones creadas para este fin, han de cuidar que cuantos usen estos medios estén preparados a fondo y oportunamente.
108 - Los temas y cuestiones referentes a la comunicación social han de tener un lugar en la enseñanza teológica, especialmente en la moral y la pastoral, siempre que se aborden cuestiones relacionadas con este tema, y en sus líneas fundamentales; y también, en los libros de catequética. Esto se realizará más adecuadamente, cuando los teólogos mismos hubieren investigado más profunda y detalladamente las cuestiones que se indican en la parte primera de esta Instrucción.
110 - Cada uno según su función, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y también las organizaciones seglares han de colaborar en la formación cristiana en este campo, y con una visión social. Por ello, es necesario esten al corriente e informados de los progresos recientes. Esto impone un contacto directo y cierta familiaridad con los medios de comunicación social. Asimismo, todos ellos, a una con los profesionales, estudiarán los problemas de la comunicación social y cambiarán entre sí experiencias y criterios.
111 - Para que no estén completamente alejados de las realidades de la vida y asuman sin preparación la tarea apostólica, los futuros sacerdotes y los religiosos y religiosas, durante su formación en Seminarios y Colegios, han de estudiar la influencia de estos medios de comunicación sobre la sociedad humana y aprender su uso técnico. Esta preparación es parte de su formación integral; ya que es una condición imprescindible para ejercer un apostolado eficaz en una comunidad humana cada día más afectada por estos medios. Por ello es necesario que los sacerdotes, los religiosos y religiosas conozcan cómo nacen las opiniones y criterios, y así puedan adaptarse a las circunstancias del hombre actual, ya que la Palabra de Dios se proclama al hombre de hoy y estos medios prestan un efica* apoyo a esta proclamación. Los alumnos que muestren una especial inclinación y capacidad en el uso de estos medios deben ser preparados más específicamente ".
23. S. CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA: Orientaciones para la Educación en el Celibato Sacerdotal: en ejecución de la encíclica de PABLO VI Sacerdotalis caelibatus (11 Abril 1974: Enchiridion Vaticanum, V, 1979, p. 188). En la parte IV, sobre la Función Educativa del Seminario, el último parágrafo, que citamos aquí, trata sobre la Función de los medios de la comunicación social:
" 89 - Los medios de comunicación social tienen un papel importante en la formación del hombre de hoy, y también del sacerdote, y no son extraños al problema de la formación en orden a la castidad perfecta, ya que hoy se emplean al servicio de la sexualidad. El problema, pues, atañe al aspecto personal del sacerdote que, quiéralo o no, usará estos medios y estará sujeto a su influjo; atañe también al aspecto pastoral del sacerdote, que, como pastor, sabe que estos instrumentos contribuyen a informar, formaI y madurar en sentido social a sus fieles, y que él debe estar en condiciones de ayudarles, ya sacando provecho de estos nuevos recursos, ya poniéndose en guardia contra lo que pudiera tener de nocivo su influjo (cfr. CONC. VAT. II Decr. Inter mirifica, repetidamente; PONT. COM. PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, Instruc. past. Communio et progressio, repetidamente).
Conviene que los aspirantes al sacerdocio sean iniciados en el uso de los medios de comunicación social, no sólo para la propia formación, sino como verdadera preparación para el apostolado y se les ejercite en el arte de comunicar, de palabra y por escrito, el pensamiento a sus contemporáneos de manera adaptada a la mentalidad moderna.
Se trata evidentemente de un problema de enorme amplitud y gravedad, si se tiene presente el verdadero estado de la prensa actual y la difusión y el impacto de la radio y la televisión. El ambiente exterior e interior de una comunidad seminarística depende estrechamente del uso de estos medios, que influyen ampliamente en la formación o deformación de los aspirantes al sacerdocio.
El problema pedagógico de los medios de comunicación social no puede reducirse solamente a una reglamentación disciplinar sobre el uso de los mismos. Es, sobre todo, un problema de educación positiva, de reflexión sobre el fenómeno social en el que estamos inmersos; problema de preparación y de cultura de maestros capaces de atender bien a este aspecto de la formación. Se trata no sólo de limitar los daños de un instrumento que puede ser peligroso, sino también de formar hombres adaptados a vivir responsablemente en lo concreto de la realidad diaria ".
24. PABLO VI, Mensaje para la VIII Jornada Mundial de los mass media (16 Mayo 1974: L'Osservatore Romano, 17 Mayo 1974) sobre el tema Los mass media y la evangelización del mundo contemporáneo:
" 10 - Nuestra atención es atraída por la búsqueda de una renovación de los métodos de apostolado, aplicando los nuevos instrumentos audiovisuales y de prensa en la catequesis, en la multiforme obra educativa, en la presentación de la vida de la Iglesia, de su liturgia, de sus finalidades, pero, sobre todo, del testimonio de fe y de caridad que la anima y renueva.
11 - Por último, debe considerarse el recurso a los instrumentos de la comunicación social para alcanzar los países, los ambientes, las personas a las cuales el apostolado de la palabra no puede llegar directamente a causa de particulares situaciones, por escasez de ministros, o porque la Iglesia no puede ejercitar libremente su misión ".
25. PABLO VI, Alocución (22 Junio 1974: L'Osservatore Romano, 23 Junio 1974) sobre las tareas propias del sacerdote:
"17 - (...) Como Jesús, como los Apóstoles, los sacerdotes están al servicio total de Dios y del hombre: esta es su destinación. He ahí, entonces, el deber de su formación, que les atañe en un continuo "crescendo". Formación espiritual (...); formación pastoral, buscando y preguntándose, a la luz de los documentos del Vaticano II, cómo servir más efícazmente al mundo en el cual están llamados a vivir y a operar en el nombre de Cristo; formación doctrinal, radicada en la fe y adaptada a los tiempos, que los ayude a comprender mejor el mundo, en un estudio no sólo fenomenológico, sino nutrido por la linfa vital de la Revelación y de la Tradición, para tener un pensamiento robusto y ser así la levadura en la masa y llevar al mundo la luz de Cristo ".
26. PABLO VI, Discurso a la Primera Congregación General del Sínodo de los Obispos 1974 sobre la Evangelización (27 Sept. 1974: A.A.S. 66 [1974], 563):
" (...) Es necesario no olvidar las inmensas posibilidades, un tiempo impensadas, que ofrece el mundo de hoy sobre las sendas de aquellos que, en nombre de Cristo, traen el anuncio del bien (Rom 10, 15). En efecto, ¨quién puede decir cuán vastos horizontes hayan abierto los instrumentos de comunicación social a la difusión universal y simultánea de la Palabra de salvación? (...). De aquí la necesidad de concebir hoy día la actividad de evangelización de manera que se abra a las necesidades de nuestro tiempo, respecto a los métodos, a las iniciativas, a la coordinación y a la formación de los operarios evangélicos ".
27. SINODO DE LOS OBISPOS 1974 sobre la Evangelización, Declaración Sinodal In Spiritu Sancto (25 Octubre 1974: Enchiridion Vaticanum, V, 1979, n. 619):
" 9 - (...) La comunicación del Evangelio (...) está determinada por varios elementos profundamente relacionados con los mismos auditores de la Palabra: sus necesidades y deseos, la manera de hablar, de sentir, de pensar, de juzgar, de entrar en relación con los demás etc. (...). Además, el progreso de los instrumentos de la comunicación social ha abierto nuevas vías a la evangelización, conformes a la manera de pensar y de actuar de los hombres de hoy ".
28. PABLO VI, Discurso de clausura del Sínodo de los Obispos 1974 sobre la Evangelización (26 Octubre 1974: A.A.S. 66 [1974], 635):
" (...) Por último, este Sínodo ha sido fructuoso porque hoy está presente en la Iglesia una conciencia ciertamente viva y una aguda voluntad de obrar, que nos estimula a usar también todos aquellos subsidios exteriores que nos ofrecen hoy día el arte, o los hallazgos tecnológicos, para que con la predicación divulguemos en todas partes la buena nueva ".
29. SECRETARIADO PARA LA UNION DE LOS CRISTIANOS, Orientaciones y Sugerencias para la aplicación de la Declaración Conciliar Nostra aetate (1 DiC. 1974: A.A.S. 67 [1975], 73). Sobre la formación de los educadores:
" La información sobre estas cuestiones debe interesar a todos los niveles de enseñanza y de educación del cristiano. Entre los medios de información, una particular importancia revisten (...) los medios de comunicación social (prensa, radio, cine, televisión). El uso eficaz de tales medios presupone una específica formación de los maestros y de los educadores en las escuelas, como también en los seminarios y en las universidades ".
30.SECRETARIA DE ESTADO, Carta al Presidente de la O.C.I.C., Lucien Labelle (4 Abril 1975):
" (...) el clero y los responsables laicos deben sentirse estimulados a sensibilizar al mundo del cine en los valores verdaderamente humanos y evangélicos, contra las ideologías adversas, y a hacer más eficaces las instituciones eclesiales que coordinan este apostolado ".
31. PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangeli nuntiandi, sobre la evangelización del mundo moderno (8 DiC. 1975: A.A.S. 68 [1976], 5). Los textos tratan de la adaptación y fidelidad del lenguaje a las condiciones locales, y de la preparación de los evangelizadores:
" 63 - Las Iglesias particulares (...) tienen la función de asimilar lo esencial del mensaje evangélico, de trasvasarlo, sin la menor traición a su verdad esencial, al lenguaje que esos hombres comprenden, y, después, de anunciarlo en ese mismo lenguaje. Dicho trasvase hay que hacerlo (...) en el campo de las expresiones litúrgicas, pero también a través de la catequesis, la formulación teológica, las estructuras eclesiales secundarias, los ministerios. El lenguaje debe entenderse aquí no tanto a nivel semántico o literario cuanto al que podría llamarse antropológico y cultural.
73 - Para los agentes de la evangelización se hace necesaria una seria preparación. Tanto más para quienes se consagran al ministerio de la Palabra. Animados por la convicción, cada vez mayor, de la grandeza y riqueza de la Palabra de Dios, quienes tienen la misión de transmitir deben prestar gran atención a la dignidad, a la precisión y a la adaptación del lenguaje. Todo el mundo sabe que el arte de hablar reviste hoy día una grandísima importancia. ¨Cómo podrían descuidarla los predicadores y los catequistas? Deseamos vivamente que en cada Iglesia particular los Obispos vigilen por la adecuada formación de todos los ministros de la Palabra. Esta preparación, llevada a cabo con seriedad, aumentará en ellos la seguridad indispensable y también el entusiasmo para anunciar hoy dia a Cristo ".
32. SINODO DE LOS OBISPOS 1977, sobre la Catequesis hoy. XX de las Propositiones, leída en la XV Congregación General, del 21 Octubre 1977, y aprobada en la XVI, del sucesivo 22 Octubre:
" Los instrumentos de comunicación social hodiernos ofrecen a la catequesis una oportunidad de la cual no se puede prescindir (...). Un número enorme de cristianos sufre el influjo de tales instrumentos, sin estar preparados para reaccionar con espíritu crítico. Estos instrumentos, especialmente la radio y la televisión, son los únicos capaces de alcanzar ambientes y personas incluso distantes, emarginados o en cualquier modo impedidos en la libertad religiosa de participar en la vida de la Iglesia.
Grande es también el peso de estos instrumentos en la formación de la opinión pública; la catequesis debe usarlos de manera recta y eficaz, educando a los cristianos a usarlos con sentido crítico a lSn de neutralizar los efectos nocivos (...). Se continue la preparación de personal idóneo, en el respecto religioso y técnico, que se dedique eficazmente a este género de apostolado ".
33. PABLO VI, Mensaje para la XII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre el tema Expectativas, derechos y deberes de los receptores (23 Abril 1978: A.A.S. 70 [1978], 341): " (...) si es verdad que el futuro de la familia humana depende en gran medida del uso que sabrá hacer de los propios medios de comunicación, es necesario reservar a la formación de los receptores una consideración prioritaria, tanto en el ámbito del ministerio pastoral, como, en general, en la obra educativa.
La primera educación en este campo debe tener lugar en el interior de la familia (...). Debe continuar, luego, en la escuela. El Concilio Ecuménico Vaticano II hace de ella una obligación específica para escuela católica de todo grado (cfr. Decr. Inter mirifica, n. 16) y para las asociaciones de inspiración cristiana y de carácter educativo, agregando en particular: "Para realizar esto con mayor rapidez, la exposición y explicación de la doctrina y de la disciplina católicas en la materia deben enseñarse en el catecismo7 (ibid . ). Los maestros no deben olvidar que su actividad pedagógica se desarrolla en un contexto en el cual tantas transmisiones y tantos espectáculos que afectan a la fe y a los principios morales alcanzan diariamente a sus alumnos, que necesitan, por tanto, continuas e claras explicaciones o rectificaciones ".
34. JUAN PABLO I, Discurso al clero romano después de su elección (7 Sept. 1978: L'Osservatore Romano, 1 Octubre 1978):
" 4 - La "gran" disciplina exige un clima adecuado. Y en primer lugar, el recogimiento (...). En torno a nosotros hay un continuo movimiento y hablar de personas, de diarios, de radio y televisión. Con medida y disciplina sacerdotal debemos decir: "Más allá de ciertos límites, para mí, que soy sacerdote del Señor, vosotros no existís; yo debo procurarme un poco de silencio para mi alma; me alejo de vosotros para unirme a mi Dios". Y sentir a su sacerdote habitualmente unido a Dios es, hoy día, el deseo de muchos buenos fieles ".
35. JUAN PABLO II, Discurso a los dirigentes de la UNDA (25 Octubre 1978: L'Osservatore Romano, 28 Octubre 1978), sobre la radio y la televisión: " (...) instrumento de evangelización debe ser un uso extremadamente competente y profesional de la radio, de la televisión y de los medios audiovisuales (...): esto se alcanza solamente con un profesionalismo que no admite superficialidad ni improvisación ".
36. JUAN PABLO II, Constitución Apostólica Sapientia Christiana sobre los estudios en las Universidades y Facultades eclesiásticas (29 Abril 1979: A.A.S. 71 [1979], 469). En la Parte I: Normas comunes, el Título VIII: Cuestiones Didácticas, dice:
" Art. 55. õ 1. La Facultad debe disponer además de medios técnicos, audiovisuales, etc., que sirvan de ayuda para la enseñanza.
õ 2. En correspondencia con la naturaleza y finalidad peculiares de la Universidad o Facultad haya también institutos de investigación y laboratorios científicos, así como otros medios necesarios para conseguir el fin que les es propio.
37. S. CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA, Instrucción In ecclesiasticam futurorum, sobre la formación litúrgica en los Seminarios (3 Junio 1979: Enchiridion Vaticanum, VI, 1980, P. 1044). En la Parte II: La enseñanza de la Sagrada Liturgia en los Seminarios, en el n. 58 dice:
" 58 - Es además particularmente necesario que los alumnos reciban lecciones sobre el arte de hablar y de expresarse con gestos, así como acerca del uso de los instrumentos de comunicación social. En la celebración litúrgica, en efecto, es de la máxima importancia que los fieles comprendan no sólo lo que el sacerdote dice o recita, sea que se trate de la homilía o del rezo de oraciones y plegarias, sino también aquellas realidades que el sacerdote debe expresar con gestos y acciones. Esta formación reviste tan grande importancia en la liturgia renovada, que merece un cuidado especial ".
38. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Catechesi tradendae sobre la catequesis en nuestro tiempo (16 Octubre 1979: A.A.S. 71 [1979], 1277):
" 46 - Desde la enseñanza oral de los Apóstoles a las cartas que circulaban entre las Iglesias y hasta los medios más modernos, la catequesis no ha cesado de buscar los métodos y los medios más apropiados a su misión, con la participación activa de las comunidades, bajo impulso de los Pastores. Este esfuerzo debe continuar.
Me vienen espontáneamente al pensamiento las grandes posibilidades que ofrecen los medios de comunicación social y los medios de comunicación de grupos: televisión, radio, prensa, discos, cintas grabadas, todo lo audiovisual. Los esfuerzos realizados en estos campos son de tal alcance que pueden alimentar las más grandes esperanzas. La experiencia demuestra, por ejemplo, la resonancia de una enseñanza radiofónica o televisiva, cuando sabe unir una apreciable expresión estética con una rigurosa fidelidad al Magisterio. La Iglesia tiene hoy muchas ocasiones de tratar tales problemas --incluidas las jornadas de los medios de comunicación social--, sin que sea necesario extenderse aquí sobre ello, no obstante su capital importancia ".
39. S. CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA, Carta Circular sobre algunos aspectos más urgentes de la Formación Espiritual en los Seminarios (6 Enero 1980: Enchiridion Vaticanum, VII, 1982, P. 68). En la Parte II: Orientaciones, el n. 3: La palabra de la cruz: los " sacrificios espirituales ", dice:
" (...) Un sacerdote no puede verlo todo, o*rlo todo, decirlo todo, gustarlo todo ... El Seminario debe haberlo hecho capaz, en la libertad interior, de sacrificio y de una disciplina personal inteligente y sincera ".
40. S. CONGREGACION PARA LOs SACRAMENTOS Y EL CULTO DIVINO, Decreto Ordo lectionum missae sobre las lecturas de la Misa (21 Enero 1981: Enchiridion Vaticanum, VII, 1982, P. 922). En el Capítulo II: La celebración de la Liturgia de la Palabra, de la Parte I: La Palabra de Dios en la Celebración de la Misa, el n. 34 dice:
" (...) Se debe velar para que los lectores dispongan sobre el ambón de una iluminación suficiente para la lectura del texto, y puedan servirse, según la oportunidad, de los modernos instrumentos técnicos para que los fieles los puedan cómodamente escuchar ".
41. Codex iuris canonici, Libreria Editrice Vaticana, 1983. Promulgado por Juan Pablo II el 25 Enero 1983 con la Constitución Apostólica Sacrae disciplinae leges, entrado en vigor el 27 de Nov. del mismo año. De los nueve cánones que tratan de los instrumentos de comunicación social--los 666, 747, 761, 779, 804, 822, 823, 1063 Y 1369--se citan sólo los cinco que de alguna manera se refieren a la formación específica del clero.
El Can. 666, en el Libro II: Del Pueblo de Dios; en la Parte III: De los Institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica; el Cap. IV: De las obligaciones y derechos de los institutos y de sus miembros, dice:
" Debe observarse la necesaria discreción en el uso de los medios de comunicación, y se evitará lo que pueda ser nocivo para la propia vocación o peligroso para la castidad de una persona consagrada ".
El Can. 747, en el Libro III: La función de enseñar de la Iglesia, dice:
"õ 1. La Iglesia (...) tiene el deber y el derecho originario, indepen diente de cualquier poder humano, de predicar el Evangelio a todas las gentes, utilizando incluso sus propios medios de comunicación social.
õ 2. Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes la orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas ".
El Can. 761, siempre en el Libro III: La función de enseñar de la Iglesia, pero en el Título I: Del ministerio de la palabra divina, dispone: " Deben emplearse todos los medios disponibles para anunciar la doctrina cristiana, sobre todo la predicación y la catequesis (...), pero también la enseñanza de la doctrina en escuelas, academias, conferencias y reuniones de todo tipo, así como su difusión mediante declaraciones públicas, hechas por la autoridad legítima con motivo de determinados acontecimientos, y mediante la prensa y otros medios de comunicación social ".
El Can. 779, en el mismo Libro III y Título I, pero en el Capítulo II: De la formación catequética, dispone:
" Se ha de dar la formación catequética empleando todos aquellos medios, material didáctico e instrumentos de comunicación que sean más eficaces para que los fieles, de manera adaptada a su modo de ser, capacidad, edad y condiciones de vida puedan aprender la doctrina católica de modo más completo y llevarla mejor a la práctica ".
El Can. 822, siempre en el Libro III, pero en el Título IV: De los instrumentos de comunicación social y especialmente de los libros, sobre el uso eclesíal de los mass media, dispone:
"õ 1. Los pastores de la Iglesia, en uso de un derecho propio de la Iglesia y en cumplimiento de su deber, procuren utilizar los medios de comunicación social.
õ 2. Cuiden los mismos pastores de que se instruya a los fieles acerca del deber que tienen de cooperar para que el uso de los instrumentos de comunicación social esté vivificado por espíritu humano y cristiano.
õ 3. Todos los fieles, especialmente aquellos que de alguna manera participan en la organización o uso de esos medios, han de mostrarse solícitos en prestar apoyo a la actividad pastoral, de manera que la Iglesia lleve a cabo eficazmente su misión, también mediante esos medios ".
42. JUAN PABLO II, Mensaje para la XIX Jornada Mundial (19 Mayo 1985), sobre el tema: " Los mass media para una promoción cristiana de la juventud ": 15 Abril 1985 (L'Osservatore Romano,27 Abril 1985, p. 5). Los dos pasos reportados contienen una de las primeras alusiones del Magisterio a la tecnotrónica y un enésimo reclamo a la formación seminarística teórica y práctica:
" El mundo de la comunicación social se encuentra hoy sometido a un desarrollo tan vertiginoso cuanto complejo e imprevisible--se habla ya de época tecnotrónica, para indicar la creciente interacción entre tecnología y electrónica--y afectado por no pocos problemas (...), en relación con las perspectivas abiertas mediante el empleo de los satélites y la superación de las barreras del éter. Se trata de una revolución que no sólo comporta un cambio en los sistemas y las técnicas de comunicación, sino que afecta a todo el universo cultural, social y espiritual de la persona humana (...).
" (...) Esto pide evidentemente: 1. Una profunda acción educativa, en la familia, en la escuela, en la parroquia, a través de la catequesis, para instruir y guiar a los jóvenes a un uso equilibrado y disciplinado de los mass media, ayudándolos a formarse un juicio crítico, iluminado por la fe, sobre las cosas vistas, oídas y leídas (cfr. Inter mirifica, nn. 10, 16; Communio et progressio, nn. 67-70, 107); 2. Una cuidada y específica formación teórica y práctica en los seminarios [...] no sólo para conseguir un conocimiento adecuado de los medios de comunicación social, sino también para realizar las indudables potencialidades en orden a reforzar el diálogo en la caridad y los vínculos de comunión (Communio et progressio, nn. 108, 110, 115-117).

Pbro. Walter Moschetti
Delegado Episcopal para las Comunicaciones Sociales del Arzobispado de Rosario, Argentina. Coordinador de la Red de Teología y Comunicación de OCLACC

¿COMO HABLAR DE DIOS AL HOMBRE DE HOY?

La historia de los hombres de este tiempo parece jugarse al margen de Dios. El secularismo pone a Dios al margen de todo proyecto humano. El hombre se centra en sí mismo y se constituye medida y juez de todo.
Pero, ¿puede el hombre, imagen y semejanza de Dios, no percibir en algún momento de su existencia, la existencia misma de Dios? Sin lugar a dudas, muchos hombres y mujeres han hecho esta experiencia, a veces en la alegría y otras en medio de los sufrimientos más grandes de la vida: lo que para muchos ha sido rebeldía, para otros fue encuentro con el Trascendente, descubrimiento de una presencia callada pero cierta en el interior.
Séneca decía: "Mientras quienes dicen no percibir la existencia de Dios, pues aunque de día así lo afirmen, solos y de noche dudan".
Es cuestión pues, de poner de manifiesto esa presencia al hombre de hoy, en su propia realidad personal. Tal vez el camino sea buscar a Dios en los hombres, en uno mismo y en los otros, en un adecuado equilibrio.
Para emprender este camino no puede partirse sino de la propia experiencia. Los llamados a proclamar la buena noticia del Evangelio somos llamados a producir un estilo determinado de vida. La palabra encarnada es la que evangeliza, pues, "el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan" (EN 40).
Nuestro modo de hablar de Dios será reflejo de nuestra relación personal con El. La autenticidad que tanto valora el mundo de hoy "exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quienes ellos conocen y tratan familiarmente como si lo estuvieran viendo" (EN 76).
Vale aclarar que el testimonio no anula la proclamación de la palabra, sino que la avala, la hace creíble y posible.
En Romanos 10, 14-17 Pablo habla con convicción sobre la necesidad de predicar. Es una misión a la que no se puede renunciar. "¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!". "El tedio que provocan hoy tantos discursos vacíos, y la actualidad de muchas otras formas de comunicación, no deben sin embargo disminuir el valor permanente de la palabra ni hacer perder la confianza en ella" (EN 42).
Hay que impulsar a los hombres a encontrar a Dios a partir de su propia finitud, en su misma realidad personal, pero con la más plena libertad en la elección del camino. Son las convicciones personales las que le deberán llevar a adherir a la verdad de Dios y no imposiciones externas. La evangelización no será imposición, sino propuesta entusiasta, convencida y real.
"Son innumerables los acontecimientos de la vida y las situaciones humanas que ofrecen la ocasión de anunciar, de modo discreto pero eficaz, lo que el Señor desea decir en una determinada circunstancia. Basta una verdadera sensibilidad espiritual para leer en los acontecimientos el mensaje de Dios" (EN 43).
Las circunstancias también pueden sugerir el estilo conveniente, el tono, el modo. Hablar de Dios al hombre de hoy exige capacidad de observación, descubrimiento y adaptación.
No se trata solo de adaptarse al modo de hablar de la gente, sino también de sus variadas maneras de expresarse, a sus preocupaciones, inquietudes, anhelos y preguntas.
Entre los medios que tenemos a nuestro alcance para realizar esta misión, los instrumentos de la comunicación social ocupan un lugar privilegiado. La necesaria presencia de los medios de comunicación requiere compatibilizar una participación recta y honesta en una sociedad plural, en la cual se debaten las ideas, con la proposición de criterios evangélicos. Es decir, introducirse en una discusión plural, -con respeto-, pero con una certeza trascendente de la verdad valórica. En la selección de temáticas, especialmente en la comunicación que apunta a la entretención, los modelos que se usen pueden ser una efectiva manera de inducir a valores de modo no expreso sino tácito y, por lo tanto, mucho más permeables en el hombre de hoy.
Alentando esta misión, decía el Papa Benedicto XVI al personal de los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Italiana:
"Que en esta actividad los sostenga y les infunda valentía la certeza de que la fe cristiana está abierta a cuanto hay de ‘verdadero, de noche, de justo, de puro, de amable, de honorable’ en la cultura de los pueblos, como enseñaba el apóstol san Pablo a los filipenses (cf. Flp. 4,8). Así pues, prosigan vuestra labor con este espíritu y con esta actitud, dando ustedes mismos un testimonio luminoso de profunda vida cristiana y permaneciendo por ello siempre unidos tenazmente a Cristo, para poder mirar al mundo como él lo mira. Sean felices de pertenecer a la Iglesia y de introducir su voz y sus razones en el gran circuito de la comunicación. No se cansen de construir puentes de comprensión y comunicación entre la experiencia eclesial y la opinión pública. Así podrán ser protagonistas de una comunicación no evasiva, sino amiga, al servicio del hombre de hoy".

Pbro. Walter Moschetti
Delegado Episcopal para las Comunicaciones Sociales del Arzobispado de Rosario, Argentina / Coordinador de la Red de Teología de OCLACC

LOS MINISTROS DE LA PALABRA

Cuando hablamos de proclamar la Palabra de Dios, estamos hablando de comunicar lo que Dios quiere decir a su pueblo, de lo que el Señor quiere poner en la mente y el corazón de los que lo escuchan, siempre con la finalidad de que esa Palabra produzca frutos de vida eterna. Por ello, el ministro de la Palabra no es meramente un hombre que prepara y que dice sermones. No es simplemente uno que tiene una habilidad especial para leer o para hablar. No es un intelectual prominente, capaz de desarrollar bien las ideas en público. Ni siquiera es uno con una sólida formación teológica. Un verdadero ministro de la Palabra no es tampoco uno que pueda enfrentar con soltura los micrófonos de una radio o las cámaras de la T.V. Un verdadero ministro de la Palabra es más que eso, porque todas esas cosas son solamente humanas. Lo que sí importa es que un ministro de la Palabra conozca a Dios de verdad, que Dios lo haya escogido para el ministerio (y si es así, tiene los dones necesarios), y que haya tenido ciertos tratos con Dios.
Por ello, la oración debe anteceder a la Palabra siempre. Las oraciones de Pablo por los efesios, filipenses y colosenses son una muestra clara de cómo la oración del apóstol desencadena crecimiento espiritual y revelación. La oración poderosa surge luego de conocer la voluntad de Dios y de ver las necesidades de los hermanos. De estas oraciones surgirán, a la vez, predicaciones ungidas capaces de saciar cada necesidad. La predicación no es un ejercicio homilético: es la respuesta a las necesidades específicas del pueblo de Dios. Si no tenemos tiempo para orar intensamente delante de Dios, nos veremos en problemas para ministrar delante de los hombres. La oración consigue mayores resultados que cualquier otro tipo de obra espiritual.
La oración nos conquista la sabiduría del corazón que hace efectivo nuestro ministerio de comunicadores de la Palabra. Siempre experimentaremos nuestra pequeñez, nuestros límites e incapacidades, pero con posibilidades inmensas de dejar que la Palabra hable en nosotros.
En De Catechizandis rudibus, San Agustín comenta la situación de aquel que comunica la Palabra, a partir de su propia experiencia:
"Yo tampoco estoy conforme casi nunca con mis sermones. Tengo toda el alma puesta en aquello que estoy gozando en mi interior, antes de comenzar a exponerlo con palabras; y si no lo digo como lo siento, me entristezco al ver que mi lengua no ha estado a la altura de mi corazón. Querría que todo el que me escucha entendiera lo que yo entiendo; pero eso no sucede, y me doy cuenta de que es por culpa de mis palabras... Por tanto a veces me duele comprobar que mi auditorio no alcanza a comprenderme, a pesar de que intento, por así decirlo, ponerse a su nivel abriéndome paso a duras penas entre las sílabas..."
Muchos tienen el deseo de hablar de parte de Dios, pero no están dispuestos a tomarse el tiempo para oírle.
Dice el Salmo 119: "Me anticipé al alba y clamé; esperé en tu palabra. Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos"; "Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra"; "Desfallecieron mis ojos por tu Palabra".
Vemos qué gran importancia tiene el cultivo de la vida espiritual, o, para ponerlo de otra manera, el mantener la vida en el Espíritu. El ministro de la Palabra tiene que recordar que éste es un acto o misión que se refiere a cosas espirituales. Esto no significa que ha de separar la verdad del ser, de las cosas mentales y materiales, como si fueran abstracciones en algún sentido y no tuvieran relación viva con estos asuntos. Su negocio está en el reino del pensamiento, para aplicarlo a la luz de la sabiduría eterna; y su responsabilidad en el reino de la acción es buscar el modo de inspirarla con principios y pasión espiritual.
Hay que inquirir de Dios cuál es su camino y su voluntad, con respecto a todo, lo grande y lo pequeño; lo pequeño con la misma fervorosa sinceridad que lo grande. La prisa que no puede esperar en el Señor ha de ser desechada. Si no queda tiempo para buscar al Señor, no hay tiempo para hacer nada más. Los actos que empiezan sin haber descubierto la voluntad divina, son muertos. Cuando la Palabra deja de ser luz, fuego, gozo para el hombre en su propia vida, escudriñándole, activándole, corroborándole, su predicación se vuelve rutina y molestia para su propia alma, y es totalmente inefectiva en las vidas de otros.
Es que el Evangelio predicado en la Iglesia no es solamente mensaje, sino una divina y salutífera acción experimentada por aquellos que creen, que sienten, que obedecen al mensaje y lo acogen. Por tanto, la Revelación no se limita a instruirnos sobre la naturaleza de un Dios que vive en una luz inaccesible, sino que al mismo tiempo nos muestra cuánto hace Dios por nosotros con la gracia. La Palabra es un instrumento mediante el cual Cristo actúa en nosotros con su Espíritu. Al escucharla, el contacto con Dios mismo interpela los corazones de los hombres y pide una decisión que no se resuelve en un simple conocimiento intelectual sino que exige la conversión del corazón.
La predicación de la Palabra por parte de los ministros sagrados participa, en cierto sentido, del carácter salvífico de la Palabra misma, y ello no por el simple hecho de que hablen de Cristo, sino porque anuncian a sus oyentes el Evangelio con el poder de interpelar que procede de su participación en la consagración y misión del mismo Verbo de Dios encarnado. En los oídos de los ministros resuenan siempre aquellas palabras del Señor: " Quien a vosotros oye, a mí me oye; quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia " (Lc 10, 16)
La nueva evangelización pide un ardiente ministerio de la Palabra, integral y bien fundado, con un claro contenido teológico, espiritual, litúrgico y moral, atento a satisfacer las concretas necesidades de los hombres. No se trata, evidentemente, de caer en la tentación del intelectualismo que, más que iluminar, podría llegar a oscurecer las conciencias cristianas; sino de desarrollar una verdadera " caridad intelectual " mediante una permanente y paciente catequesis sobre las verdades fundamentales de la fe y la moral católicas y su influjo en la vida espiritual.
Evangelizar significa, en efecto, anunciar y propagar, con todos los medios honestos y adecuados disponibles, los contenidos de las verdades reveladas, y, al mismo tiempo, enseñar a traducir esas verdades en vida concreta, en testimonio y compromiso misionero.
La sensibilidad pastoral de los predicadores debe estar continuamente pendiente de individuar los problemas que preocupan a los hombres y sus posibles soluciones.
Tiene también notable importancia para el sacerdote el cuidado de los aspectos formales de la predicación. Vivimos en una época de información y de comunicación rápida, en la que estamos habituados a escuchar y a ver profesionales valiosos de la televisión y de la radio. En cierto modo, el sacerdote, que es también un comunicador social singular, y en consecuencia el mensaje ha de ser presentado de modo decididamente atractivo. Junto al saber aprovechar con competencia y espíritu apostólico los " nuevos púlpitos " que son los medios de comunicación, el sacerdote debe, sobre todo, cuidar que su mensaje esté a la altura de la Palabra que predica.
La predicación sacerdotal debe ser llevada a cabo, como la de Jesucristo, de modo positivo y estimulante, que arrastre a los hombres hacia la Bondad, la Belleza y la Verdad de Dios.
La materia final en el ejercicio de la vocación es el pastorear pacientemente a aquellos que han sido congregados en el rebaño como resultado de la predicación. Ha de haber un permanente alimentar el rebaño por medio de la predicación sistemática de la Palabra.
Para realizar este ideal del ejercicio de la vocación del Ministerio de la Palabra, el ministro no ha de ahorrar tiempo alguno. A medida que pasen los años, la Palabra a la cual se entrega para poder entregarla a otros, va a crecer en fuerza y hermosura, y el gozo de proclamarla será su fuerza así como su deber.

Pbro. Walter Moschetti
Delegado Episcopal para las Comunicaciones Sociales del Arzobispado de Rosario, Argentina. Coordinador Red de Teología de OCLACC

sábado, 22 de septiembre de 2007

BUSCANDO EL PERFIL DEL COMUNICADOR CATOLICO

El planteo inicial que hacemos al buscar el perfil del comunicador católico es preguntarnos "Quiénes somos?". Tan valioso es identificar esta identidad propia, que nos sitúa como cristianos comprometidos en la tarea evangelizadora de la Iglesia, que determinará nuestra acción y hará que nuestro compromiso sea más conciente, y de allí, más efectiva nuestra tarea.
La realidad relativamente nueva de la comunicación social en la vida del mundo y de la Iglesia, hace que muchas veces no estemos situados como comunicadores católicos dentro de la Pastoral orgánica de la diócesis, o incluso de nuestra parroquia, movimiento o institución. Es más fácil identificar y nuclear a catequistas, voluntarios de Cáritas, ministros y colaboradores de la liturgia, que a los que estamos realizando nuestro apostolado utilizando los instrumentos de la comunicación social. Busquemos nuestro lugar, organicemos nuestra pastoral, tan vinculada con las demás pastorales, encontrémonos para compartir nuestra tarea, seamos factores de comunión y unidad en nuestras comunidades.
Esta es una tarea propia de nuestra misión. No podemos ser cómplices de la gran obra diabólica de la división. Nuestra comunicación debe expresar nuestra comunión. A la vez, la comunicación, favoreciendo el encuentro, el diálogo, la apertura, el conocimiento, genera en su entorno, comunión. Estamos llamados a ser instrumentos de unidad en la Iglesia.
Decíamos al comienzo, que somos cristianos comprometidos en la tarea evangelizadora de la Iglesia. Es elemental que nos situemos en esta realidad que nos identifica. Nuestra misión no es una tarea independiente. No podemos ser “francotiradores”, pues estamos comprometidos en lo más esencial de la Iglesia: la Iglesia existe para evangelizar. Cada cristiano ha recibido del Señor esta misión. Y por ello también nosotros nos sentimos urgidos por este mandato: "Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación". Nosotros cumplimos este deber contando con los poderosos medios de la comunicación social, pues hemos recibido dones, talentos, aptitudes que nos capacitan para acercar al hombre de hoy el mensaje de Jesucristo con el lenguaje y los medios modernos con los que nos comunicamos en la actualidad.
Hemos recibido un mandato. Nuestro apostolado es una vocación. Fuimos llamados por Jesús, y la Iglesia nos envía con esta misión. Sintamos hoy en lo profundo del corazón que hemos sido elegidos y capacitados para realizar esta tarea. La Iglesia confirma esta elección divina, alentándonos y dándonos el lugar que tenemos, para que difundamos con dignidad y competencia la Palabra de Dios a través de aquello que escribimos, decimos o mostramos.
Nuestra difícil, comprometida y apasionante misión nos exige un conocimiento acabado de la realidad a la que hemos de anunciar el Evangelio, a la que hemos de impregnar con los valores evangélicos. Nuestra cambiante cultura nos exige estar al tanto de las situaciones que se presentan para dar respuesta desde nuestra fe. No podemos pues vivir un espiritualismo que nos aísle, sino que, con el corazón firme en el Señor hemos de caminar con pies firmes las realidades del mundo, con juicio crítico y capacidad de comprensión, tolerancia y diálogo.
La Iglesia nos llama a una nueva evangelización, nueva en sus métodos, en sus expresiones y en su ardor. Necesitamos siempre encontrar nuevos lenguajes para anunciar el Evangelio. Es muy significativo lo que nosotros podemos aportar a este tiempo. El hecho de estar capacitados para utilizar el lenguaje de los medios nos pone en un lugar privilegiado a la hora de evangelizar. Como decía Pablo VI "Nos sentiríamos culpables delante de Dios si no utilizáramos estos poderosos medios para evangelizar".
Por ser tan importante nuestra tarea –misión recibida del Señor e impulsada por la Iglesia- no podemos comunicar de cualquier manera. Debemos apuntar a la excelencia en la comunicación católica. Nuestro estilo de comunicar debería ser modélico. Allí mostraremos la dignidad y riqueza de la Palabra de Dios. Por eso hemos de buscar cada día capacitarnos para utilizar debidamente la palabra, la escritura, la imagen e incluso las nuevas tecnologías. El comunicador católico debe estar capacitado técnicamente para esta tarea que le exige una constante creatividad puesta al servicio del Reino. Debemos generar ideas originales, entretenidas, capaces de llegar al corazón de nuestro interlocutor y transformar su vida con el poder vivificador del Evangelio. Los más jóvenes deben buscar alcanzar una preparación terciaria o universitaria en este campo. Nos faltan profesionales consagrados a vivir este apostolado con convicción, coherencia y calidad profesional. Nos falta muchas veces la necesaria astucia de la que hablaba Jesús desafiándonos a la evangelización.
Claro que no basta la preparación técnica. No sólo hay que adquirir un buen lenguaje, tener una buena voz, escribir correctamente o mostrarse de forma adecuada en los medios audiovisuales. Hay que tener algo que decir. De allí que sea tan importante la formación doctrinal. Y esta es una formación permanente. Hoy día no basta haber hecho un curso bíblico, o un seminario de catequesis, ni siquiera ser profesor de teología...Cada día debemos leer, estudiar, investigar, para "dar razones de nuestra fe", como nos dice San Pablo. Debemos fundamentar la verdad que proclamamos. La Iglesia en su larga tradición magisterial tiene elaborados infinidad de documentos que argumentan sus dogmas y su moral. Nosotros debemos ir siempre a esas fuentes. No podemos ser "opinólogos" –como tantos presentes en los medios-. Cada tema que tratamos debe ser tratado con responsabilidad, pues estamos comprometidos con la Verdad.
Muchas veces creemos que basta la sola experiencia subjetiva de la fe, y solemos separar lo doctrinal de lo vivencial. En realidad la teología debe llevarnos al Sagrario. A medida que profundizamos intelectualmente la fe, ésta debe crecer y transformarse en oración, en encuentro con el Dios vivo. Es que de esta experiencia profunda y auténtica debe hablar luego nuestra boca. El comunicador católico –evangelizador en el seno de la Iglesia- es un testigo de Cristo, y como los apóstoles ha de decir aquello "que ha visto y oído", su experiencia profunda de fe personal y comunitaria. No podrá pues, callar... es que "de la abundancia del corazón habla la boca", y esto lo perciben los receptores de nuestros mensajes, pues "quien come ajo huele a ajo, quien come Eucaristía, huele a Eucaristía..."
Al ejercer nuestra tarea, estamos poniendo sobre el candelero nuestra luz, la luz de Jesús. Son nuestras buenas obras las que deben alumbrar para que los hombres al vernos actuar puedan creer, -como nos ha enseñado el mismo Jesús-. Pero qué difícil es estar tan expuesto en un medio de comunicación, transformado hoy en vidriera del mundo, sin opacar a quien es la Luz verdadera.
Un pecado en el que podemos caer como comunicadores es la falta de humildad. "Aparecer" en un medio nos pone en un lugar destacado. No siempre estamos preparados para esta exposición pública. Por ello, la humildad modera el apetito que tenemos de la propia excelencia, contrarresta la soberbia, el orgullo, la vanidad. Si no somos concientes, como Juan el bautista, de que sólo somos la voz de quien es la Palabra, nos enceguecerán los aplausos y halagos que a menudo recibimos de nuestros interlocutores. Es verdad que alienta nuestra tarea el saber que nuestros receptores reciben nuestro mensaje con agrado, pero siempre estará el riesgo de querer "aparecer". Allí sería infecundo nuestro apostolado y quedaría trunca la evangelización, pues apareceríamos nosotros y no Jesucristo, corriendo incluso el riesgo de acomodar el Mensaje para "quedar bien" con quienes nos escuchan o leen.
Esta reflexión nos hace deducir que sólo los Santos evangelizan, pues el verdadero anuncio ha de realizarse con la palabra y el ejemplo.
Pensar en nuestra identidad como comunicadores católicos es pensar en nuestro singular camino de santidad.
Miremos a los patronos de la comunicación. Cuánto bien podemos sacar para nuestra vida espiritual si indagamos sobre la vida y misión del apóstol San Pablo, de San Maximiliano Kolbe, de San Francisco de Sales, de San Juan Bosco, de San Juan Crisóstomo, del Beato Santiago Alberione, entre otros.
Si nuestro apostolado es vocación, misión dada por el Señor y envío recibido de la Iglesia, es por aquí donde pasará nuestra santificación personal. No podemos pensar en ser santos fuera de nuestraactividad cotidiana. Nuestros relatos, nuestros escritos, nuestras producciones radiales, televisivas, gráficas o digitales son nuestra respuesta a la voluntad de Dios. De allí la perfección de nuestro obrar y el camino permanente de la conversión en el discernimiento de lo que vale y de lo que no.
Asumir con seriedad nuestra misión de comunicadores católicos es asumir con seriedad nuestra santidad de vida. Desde allí podemos esperar buenos frutos de nuestros desvelos en pos de la evangelización.
Son muchas más las cosas a decir, mucho más el camino de reflexión que nos queda para ir encontrando el perfil adecuado del comunicador católico. Queda pues abierta esta reflexión para seguir argumentando nuestra identidad e identificarnos con la misión recibida. Responderemos así al Señor que nos eligió, con la alegría de sabernos instrumentos suyos en comunión con la Iglesia, para la salvación del mundo.